(La Croix/InfoCatólica), 30-3-15
Entrevista al
cardenal Gerhard Müller:
- ¿Cómo entiende usted su papel junto al Papa
Francisco? ¿Es diferente que con Benedicto XVI, que era un teólogo y le había
precedido a usted en la Congregación para la Doctrina de la Fe?
La llegada a la Sede de Pedro de un teólogo como
Benedicto XVI es, sin duda, una excepción. Juan XXIII no era teólogo de
profesión. El Papa Francisco también es más pastoral y la Congregación para la
Doctrina de la Fe tiene una misión de estructurar teológicamente un
pontificado.
Yo aprecio la experiencia de este Papa venido de
América Latina. He ido muchas veces al Perú y a otros países latinoamericanos,
así que conozco un poco la situación y sobre todo la pobreza absolutamente
diferente de lo que contemplamos en Europa. Creo que es la gran misión del Papa
Francisco: unificar el mundo, traspasar la enorme diferencia entre los países
europeos y norteamericanos, por un lado, y los países de África, América Latina
y Asia, por otro. Nos recuerda que solo hay una humanidad, una sola Tierra, con
una responsabilidad universal. La próxima encíclica sobre la ecología va a
subrayar esta responsabilidad mundial en relación con el clima y el acceso
universal a los bienes comunes.
- ¿No se trata de un discurso cercano a la Teología de
la Liberación? Ahora que se va a beatificar a Monseñor Romero, ¿tiene esta
teología derecho de ciudadanía hasta en la cumbre de la Iglesia?
Nunca ha sido condenada. Había que evitar el riesgo de
una salvación puramente política o social, pero la especificidad del
catolicismo consiste en no separar la dimensión transcendente y la terrena… Con
la Encarnación, las dos dimensiones han quedado íntimamente unidas. Hablamos de
salvación integral. Tenemos una doctrina social que se desarrolla desde hace
ciento cincuenta años y, en Deus caritas est, Benedicto XVI recordó también que
la diaconía era una acción fundamental de la Iglesia, tanto en su función
liberadora como en sus acentos políticos. Los políticos no pueden conformarse
con ser gestores. Necesitamos una moral de la solidaridad y una unidad entre
los hombres que sustituyan al egoísmo, al materialismo y al populismo…
- Hasta ahora, la Iglesia Católica se ha percibido
como fundamentada en la doctrina: ¿está cambiando esa impresión?
Algunos pueden tener la idea de que los pontificados
anteriores estaban obsesionados por la moral sexual y de que el Papa Francisco
va a volver a la universalidad del mensaje del Evangelio. Sin embargo, el Papa
Francisco es también muy claro sobre una sexualidad humana ordenada a la
voluntad de Dios, que ha creado al hombre y a la mujer. La Iglesia rechaza
cualquier visión gnóstica o dualista que convierta la sexualidad en un elemento
aislado de la naturaleza humana. El Papa quiere ampliar la reflexión para
subrayar que la misión de la Iglesia consiste en dar esperanza a todos los
hombres.
- El tema de la próxima asamblea del Sínodo es
precisamente “la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo”. ¿Será
posible encontrar una síntesis entre las visiones tan diferentes que se
enfrentaron en la última asamblea?
Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, tengo la responsabilidad de la unidad en la fe. No puedo tomar partido.
Pero las cosas están claras: tenemos las palabras de Jesús sobre el matrimonio
y su interpretación auténtica durante toda la historia de la Iglesia: los
concilios de Florencia y Trento, la síntesis hecha por la Gaudium et Spes y
todo el magisterio posterior… Teológicamente, todo está muy claro.
Nos encontramos ante la secularización del matrimonio,
con la separación del matrimonio religioso y el pacto civil. De esa forma,
hemos perdido los elementos constitutivos del matrimonio como sacramento y como
institución natural. El mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio se enfrenta a
esta secularización. Debemos encontrar de nuevo los fundamentos naturales del
matrimonio y subrayar para los bautizados la sacramentalidad del matrimonio
como medio para que la gracia se derrame sobre los esposos y toda la familia.
- ¿Podrían tener las conferencias episcopales más
margen en estos temas?
Hay que distinguir dos niveles: la dogmática y la
organización concreta. Jesús instituyó a los Apóstoles junto con Pedro como
principio de unidad de la fe de la Iglesia y de su comunión sacramental. Es una
institución de derecho divino. Aparte de eso, tenemos estructuras canónicas que
cambian según las circunstancias. Las conferencias episcopales son una
expresión de la colegialidad de los obispos en un país, una cultura o una
lengua, pero se trata de una organización práctica. La Iglesia Católica existe
como Iglesia universal, en la comunión de todos los obispos en unión y bajo la
égida del Papa. También existe en las Iglesias locales, pero la Iglesia local
no es la Iglesia de Francia o de Alemania, sino la Iglesia de París, de Tolosa…
Son las diócesis. La idea de una Iglesia Nacional sería totalmente herética.
¡Es imposible la autonomía en la fe! Jesucristo es el salvador de todos y da la
unidad a todos los hombres.
- ¿Es posible realizar cambios disciplinarios sin
tocar la doctrina?
La disciplina y la pastoral deben actuar en armonía
con la doctrina. La doctrina no es una teoría platónica que sería corregida por
la práctica, sino la expresión de la verdad revelada en Jesucristo.
- En cuanto a los divorciados en una nueva unión, ¿se
puede imaginar, después de un camino de penitencia, el reconocimiento de una
segunda unión sin carácter sacramental?
¡Es imposible tener dos mujeres! Si la primera unión
es válida, no es posible contraer otra al mismo tiempo. Un camino de penitencia
es posible, pero una segunda unión no lo es. La única posibilidad es volver a
la primera unión legítima o vivir la segunda unión como hermano y hermana. Esa
es la posición de la Iglesia, según la voluntad de Jesús. Añado que siempre es
posible intentar obtener una declaración de nulidad ante un tribunal
eclesiástico.
- Para usted, ¿la solución pasa entonces por una
flexibilización de las reglas canónicas?
Benedicto XVI ya lo pidió. Por desgracia, para algunos
católicos, la celebración del matrimonio ya solo es un rito folclórico; para
otros, tiene un sentido sacramental. Al tribunal de la Iglesia le corresponde
probar si se produjo o no el sacramento. El derecho canónico puede adaptarse a
situaciones concretas.
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Entrevista realizada por
Samuel Lieven y Nicolas
Senèze, traducida por Infocatólica.
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