S.E. Mons. Giampaolo
Crepaldi
Presidente del
Observatorio Internazionale Cardinale Van Thuân
El anuncio hecho por
el Papa Benedicto XVI de su renuncia a la tarea encargada por los Cardenales
para conducir la barca de Pedro me ha afectado profundamente. Junto conmigo la
noticia ha sacudido fuertemente a todo el personal y amigos de nuestro Observatorio.
Nuestro amor y nuestra devoción al Papa Ratzinger siempre lo han acompañado en
estos ocho años de su pontificado para dar gracias al Espíritu Santo por
haberle llamado a la Cátedra
de Pedro. Ha sido un brillante pontificado. Tanta más luz, cuanto más difícil.
El 19 de abril de 2005 en la
Cátedra de Pedro estaba sentado un verdadero Padre de la Iglesia. Lo hemos
seguido con inquietud en estos años. Y más cerca hemos estado de él en filial
solidaridad ante tantas amarguras. Hemos disfrutamos intelectual y
espiritualmente de sus más altas enseñanzas. Hemos orado por el que "no
escapó a los lobos", como él mismo nos había pedido, para que pudiera
mantener, siempre y a pesar de todo, la unidad de la Iglesia Católica.
Nosotros nos mantenemos confirmados y fortalecidos en nuestra fe y damos las
gracias al Señor por sus muchas decisiones valientes tomadas únicamente por el
bien de la Iglesia
y de las almas.
Ahora esta noticia
nos encuentra desprevenidos y nos deja un poco desconcertados. Estábamos
esperando la encíclica sobre la fe anunciada en este "Año de la Fe ". Estábamos esperando
nuevas enseñanzas sobre la interpretación del Concilio Vaticano II en este
"Año del Concilio". Estábamos esperando un mayor avance de la Iglesia en el camino de la
unidad en la fe, el culto y la caridad. Nos sentimos humanamente solos.
En estos momentos
difíciles, muestro sinceramente los tres principales sentimientos de mi corazón
como Obispo de Trieste. El primero es dar las gracias al Señor por este gran
Pontífice, porque el Papa Benedicto XVI en realidad ha sido una
"roca" para nuestra fe. El segundo es de preocupación y ansiedad por la Iglesia , por sus muchos
problemas, especialmente los relacionados con la cohesión interna de la misma
fe, y al mismo tiempo la confianza en la Iglesia , en su organización comunitaria y
jerárquica querida por Cristo mismo. El tercero es de esperanza, que se nutre
de la fe en Dios-Trinidad, que habita en la Iglesia y que siempre la sostendrá sobre las olas
de los asuntos humanos conduciéndola a su puerto final.
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