Los obispos españoles
han salido al paso de la actual situación que vive España, con el despuntar
reciente de algunas iniciativas nacionalistas, recordando, en un anexo de su
declaración titulada "Ante la crisis, solidaridad", algunos puntos de
su instrucción pastoral de 23 de noviembre de 2006, concretamente los números
70-76. Ofrecemos el texto de dicho anexo.
***
LXXXVIII Asamblea
Plenaria de la
Conferencia Episcopal Española, Instrucción Pastoral
Orientaciones morales ante la situación actual de España (23 de noviembre de
2006), números 70 - 76.
70.
Creemos necesario
decir una palabra sosegada y serena que, en primer lugar, ayude a los católicos
a orientarse en la valoración moral de los nacionalismos en la situación
concreta de España. Pensamos que estas orientaciones podrán ayudar también a
otras personas a formarse una opinión razonable en una cuestión que afecta
profundamente a la organización de la sociedad y a la convivencia entre los
españoles. No todos los nacionalismos son iguales. Unos son independentistas y
otros no lo son. Unos incorporan doctrinas más o menos liberales y otros se
inspiran en filosofías más o menos marxistas.
71.
Para emitir un juicio
moral justo sobre este fenómeno es necesario partir de la consideración
ponderada la realidad histórica de la nación española en su conjunto. Los
diversos pueblos que hoy constituyen el Estado español iniciaron ya un proceso
cultural común, y comenzaron a
encontrarse en una cierta comunidad de intereses e incluso de administración
como consecuencia de la romanización de nuestro territorio. Favorecido por
aquella situación, el anuncio de la fe cristiana alcanzó muy pronto a toda la Península , llegando a
constituirse, sin demasiada dilación, en otro elemento fundamental de
acercamiento y cohesión. Esta unidad cultural básica de los pueblos de España,
a pesar de las vicisitudes sufridas a lo largo de la historia, ha buscado
también, de distintas maneras, su configuración política. Ninguna de las
regiones actualmente existentes, más o menos diferentes, hubiera sido posible
tal como es ahora, sin esta antigua unidad espiritual y cultural de todos los
pueblos de España.
72.
La unidad histórica y
cultural de España puede ser manifestada y administrada de muy diferentes
maneras. La Iglesia
no tiene nada que decir acerca de las diversas fórmulas políticas posibles. Son
los dirigentes políticos y, en último término, los ciudadanos, mediante el
ejercicio del voto, previa información completa, transparente y veraz, quienes
tienen que elegir la forma concreta del ordenamiento jurídico político más
conveniente. Ninguna fórmula política tiene carácter absoluto; ningún cambio
podrá tampoco resolver automáticamente los problemas que puedan existir. En
esta cuestión, la voz de la
Iglesia se limita a recomendar a todos que piensen y actúen
con la máxima responsabilidad y rectitud, respetando la verdad de los hechos y
de la historia, considerando los bienes de la unidad y de la convivencia de
siglos y guiándose por criterios de solidaridad y de respeto hacia el bien de
los demás. En todo caso, habrá de ser respetada siempre la voluntad de todos los
ciudadanos afectados, de manera que las minorías no tengan que sufrir
imposiciones o recortes de sus derechos, ni las diferencias puedan degenerar
nunca en el desconocimiento de los derechos de nadie ni en el menosprecio de
los muchos bienes comunes que a todos nos enriquecen.
73.
74.
Si la situación
actual requiriese algunas modificaciones del ordenamiento político, los Obispos
nos sentimos obligados a exhortar a los católicos a proceder responsablemente,
de acuerdo con los criterios mencionados en los párrafos anteriores, sin dejarse
llevar por impulsos egoístas ni por reivindicaciones ideológicas. Al mismo
tiempo, nos sentimos autorizados a rogar a todos nuestros conciudadanos que
tengan en cuenta todos los aspectos de la cuestión, procurando un reforzamiento
de las motivaciones éticas, inspiradas en la solidaridad más que en los propios
intereses. Nos sirven de ayuda las palabras del Papa Juan Pablo II a los
Obispos italianos: “Es preciso superar decididamente las tendencias
corporativas y los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al
bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada”[38] por
parte de todos. Hay que evitar los riesgos evidentes de manipulación de la
verdad histórica y de la opinión pública en favor de pretensiones particularistas
o reivindicaciones ideológicas.
75.
La misión de la Iglesia en relación con
estas cuestiones de orden político, que afectan tan profundamente al bienestar
y a la prosperidad de todos los pueblos de España, consiste nada más y nada
menos que en “exhortar a la renovación moral y a una profunda solidaridad de
todos los ciudadanos, de manera que se aseguren las condiciones para la
reconciliación y la superación de las injusticias, las divisiones y los
enfrentamientos”[39].
76.
Con verdadero
encarecimiento nos dirigimos a todos los miembros de la Iglesia , invitándoles a
elevar oraciones a Dios en favor de la convivencia pacífica y la mayor
solidaridad entre los pueblos de España, por caminos de un diálogo honesto y
generoso, salvaguardando los bienes comunes y reconociendo los derechos propios
de los diferentes pueblos integrados en la unidad histórica y cultural que
llamamos España. Animamos a los católicos españoles a ejercer sus derechos
políticos participando activamente en estas cuestiones, teniendo en cuenta los
criterios y sugerencias de la moral social católica, garantía de libertad,
justicia y solidaridad para todos.
NOTAS
[37] “Poner en
peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía
de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría
acarrear no sería prudente ni moralmente aceptable. Pretender unilateralmente
alterar este ordenamiento jurídico en función de una determinada voluntad de
poder local o de cualquier otro tipo, es inadmisible. Es necesario respetar y
tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria”: LXXIX Asamblea Plenaria
de la
Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral
Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus
consecuencias, BOCEE 16 (31. XII. 2002) 91-101, número 35.
[38] Juan Pablo II,
Mensaje a los Obispos italianos sobre las responsabilidades de los católicos
ante los desafíos del momento histórico actual, 6 de enero de 1994.
[39] Juan Pablo II,
Mensaje a los Obispos italianos sobre las responsabilidades de los católicos
ante los desafíos del momento histórico actual, 6 de enero de 1994.
MADRID, jueves 4
octubre 2012 (ZENIT.org).-
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