"El primer ministro de Irlanda y
nosotros"
Aica, 4 Sep
2018
El arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor
Aguer, en su columna del programa televisivo Claves para un Mundo Mejor que se
emitió por el canal 9 el 1° de septiembre, se refirió al mensaje con el que el
primer ministro de Irlanda recibió al Papa en su viaje a ese país y dijo que
"el ejemplo que queda del Encuentro Mundial de Familias debe animarnos a
cuidar a nuestros chicos y chicas y mostrarles un ideal de familia, no de manera
romántica, porque eso no sirve de mucho si uno no los ayuda a vivir
cristianamente”.
“Se realizó recientemente en Irlanda el Encuentro
Mundial de las Familias que fue presidido por el Sumo Pontífice. Yo quiero
llamar la atención sobre el discurso de bienvenida del Primer Ministro
irlandés”, comenzó diciendo monseñor Aguer.
“Este primer ministro es un conocido militante gay
'casado' con un varón, y que allí ante el papa Francisco hizo el elogio de los
'progresos' de Irlanda en los últimos años. Citó la aprobación del divorcio, la
adopción de métodos de educación sexual basados en la repartija de
anticonceptivos y preservativos, el matrimonio igualitario, y también hizo
referencia a un reciente referéndum sobre el aborto que dio positivo. O sea,
mostró los cambios en una sociedad que era fuertemente católica y no sólo
católica por la profesión de fe de cada uno de los miembros de esa comunidad,
sino porque públicamente aparecía como sosteniendo los valores de la Iglesia
Católica que, en realidad, son los valores del orden natural”.
“Al hacer esos elogios este primer ministro estaba
diciendo ¡Hemos destruido el orden natural y estamos muy contentos con ello! Y
eso se lo endilga a la Iglesia, en un momento particularmente difícil en el que
el Santo Padre tuvo que afrontar casos de abusos de menores por parte de
religiosos y religiosas, crímenes abominables que le echaron en cara al Papa.
Es verdad que para Irlanda, siendo un país tan públicamente católico, esta es
como una mancha de tuco fenomenal en un lienzo blanco”.
“¿Cómo es posible -prosiguió Aguer- que el primer
ministro de Irlanda se jacte de estos cambios que, en el fondo, destruyen el
orden natural de la sociedad? Y se preguntó: ¿Por qué eso fue posible, por qué
se llegó allí? Yo creo -dijo- que es por una descristianización progresiva de
la sociedad irlandesa. Cuando yo era joven, Irlanda era el modelo de país
católico y ese modelo quizá ya se estaba deteriorando interiormente”.
“Lo cierto es que Irlanda se ha descristianizado, se
ha descatolizado y es una norma que se cumple inexorablemente. Allí donde van
desapareciendo los principios cristianos en su vigencia pública, allí donde los
católicos no viven su fe y no la hacen presente en el orden social, la sociedad
se va deshumanizando. Y detrás está otra cuestión: una mala filosofía que
rechaza que exista una naturaleza humana. Un problema gravísimo de la cultura
de hoy, que lo invade todo”.
“Todos estos 'progresos' que presentaba el primer
ministro de Irlanda son retrocesos de una sana antropología. Desgraciadamente
esto es hoy mayoritario, cuenta con mucho dinero, cuenta con los medios de
comunicación masivamente volcados a subrayar esto; entonces la Iglesia queda
como una troglodita defendiendo valores del pasado cuando en realidad son valores
del futuro, son valores que pueden reconstruir la sociedad humana”.
“A propósito del Encuentro Mundial de Familias, yo
pensaba lo que todos sabemos. No solo en Irlanda, también aquí la mayor parte
de la gente no se casa sino que convive. Pero ¿cuánto dura esa convivencia?
Unos años, diez a lo sumo. Aun en los matrimonios parece que no tienen
paciencia y no duran. Los chicos se ponen de novios muy temprano, a los 14 o 15
años, y lo que hacen enseguida es ir a la cama. Las relaciones prematrimoniales
son un hecho social y el que no lo hace es mirado como un bicho raro porque 'lo
hacen todos' y hay que hacer lo que hacen todos. ¿Entonces, de dónde se forman
las futuras familias cristianas que son plenamente humanas? La única
posibilidad es que muchachos y chicas verdaderamente cristianos, que viven en
serio su fe, se conozcan entre sí, se elijan entre sí, reconozcan los
mandamientos de la ley de Dios -que expresan y aclaran la ley natural- y con la
ayuda de la gracia vivan en castidad su noviazgo”.
“Voy a poner un ejemplo lejano en el tiempo -prosiguió
reflexionando el arzobispo emérito-. Cuando yo era un niño de la Acción
Católica notaba que en esa institución, en sus grados superiores, muchachos y
chicas se ponían de novios y formaban familias cristianas. Creo que es eso lo
que hay que hacer, porque si no, estamos listos. A nuestros chicos y chicas por
mejores que sean se los traga esta sociedad secularizada, deshumanizada,
descristianizada. Subrayo lo de descristianizada. Ahí en Irlanda todo esto de
los crímenes sexuales de sacerdotes y de religiosas muestran la caída de la fe,
la caída de la Gracia de Dios, la caída de la caridad. Y recuerdo ese dicho,
que muchas veces cité, de Jean Paul Sartre, el filósofo francés ateo del siglo
pasado que decía: 'Si Dios no existe todo está permitido'.
Y es así: donde
afloja la fe en Dios, donde se borra la fe cristiana, la vida cristiana
concreta, todo está permitido y cualquier cosa puede pasar. La inversa de esta
frase también me parece que es válida: 'Si todo está permitido Dios no existe'.
Es decir, si uno hace lo que se le canta, si uno no tiene ninguna norma ética,
si uno no acepta el paradigma de la naturaleza humana, es como si Dios no
existiera. Es una especie de ateísmo práctico”.
“El ejemplo que queda del Encuentro Mundial de las
Familias tiene que animarnos a cuidar a nuestros chicos y chicas y a mostrarles
un ideal de familia, no de una manera romántica, todo lindo, porque eso no
sirve de mucho si uno no ayuda a esos chicos y chicas a vivir cristianamente, a
reconocer el sentido plenamente humano de la sexualidad y esperar hasta que
llegue el momento conveniente para expresar físicamente el amor”.
“El momento conveniente es cuando están casados,
porque el acto sexual tiene dos significados que no deben separarse
artificialmente para buscar un placer egoísta que usa al otro, o se usan
recíprocamente. El acto sexual es expresión física del amor maduro y gesto por
el cual se transmite la vida humana. Separar artificialmente estos dos
significados es impúdico, es una perversión. No lo dice solo la doctrina
católica, sino Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis”.
“Hay que hablar claramente con los chicos, sin falsos
pudores y hacerles comprender que con la gracia de Dios es posible lo que
parece tan difícil. En esto se juega la condición cristiana y la dignidad
humana", concluyó monseñor Aguer.+
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