acusa al Instrumentum Laboris del sínodo de
bordear la herejía
Por Carlos Esteban
Infovaticana, | 21 septiembre, 2018
Monseñor Charles Chaput, arzobispo de Filadelfia, ha
publicado en la revista First Things un completo alegato contra el documento
preparatorio del Sínodo de la Juventud, cuya cancelación ya pidió hace unas
semanas.
Naturalismo, luteranismo y relativismo. Estas son las
tres herejías que el arzobispo de Filadelfia, Monseñor Charles Chaput, ve
insinuarse en el Instrumentum laboris o documento preparatorio aprobado por el
Vaticano que servirá de base para el Sínodo de los Jóvenes, que se iniciará el
próximo día 3 de octubre en Roma.
Chaput, que aparece en el Testimonio Viganò por su
cargo como ejemplo puesto por el Papa del tipo de obispo que no desea para
Estados Unidos, hace referencias a fragmentos concretos del documento
presentado por el cardenal Cardenal Baldisseri, apuntando en qué sentido
reflejan un sentido gravemente defectuoso de diversos puntos de la doctrina
católica. El arzobispo aclara, asimismo, que el análisis no es enteramente obra
suya, sino de un prestigioso teólogo que no nombra.
Empieza criticando el ‘naturalismo’ que refleja el
texto, es decir, la ausencia de referencias cruciales a las realidades
sobrenaturales, disertando como si las causas y consecuencias de las
circunstancias de que trata solo tuvieran efectos psicológicos o físicos.
Así, cita Chaput, cuando el texto hace mención a
desoladoras condiciones del mundo moderno relativas a la sexualidad
-pornografía omnipresente, promiscuidad desatada-, las lamenta exclusivamente
por cuanto “desfiguran la belleza y profundidad de la vida sexual y afectiva”.
Esto, siendo cierto, puede escribirlo igualmente un
psicólogo o pensador de cualquier otra fe o de ninguna. Pero lo más grave de
estas amenazas a la castidad, y lo que se esperaría que destacase un documento
elaborado por autoridades eclesiales como planteamiento de un sínodo de la
Iglesia Católica, son sus efectos sobre el alma, que desfigura, “su consecuente
ceguera espiritual y el impacto sobre la recepción del Evangelio por alguien
herido de esta forma”, sostiene Chaput.
A continuación ve Chaput con alarma que el documento
expresa una comprensión peligrosamente ambigua sobre la autoridad de la
Iglesia, Madre y Maestra, al presentar el diálogo con los propios jóvenes en el
sínodo como un proceso de aprendizaje mutuo. Se lee en el Instrumentum: “La
Iglesia optará por el diálogo como su estilo y método… Ninguna vocación,
especialmente dentro de la Iglesia, puede situarse fuera de este dinamismo
continuo del diálogo”.
En el mejor de los casos, la redacción es
peligrosamente engañosa. En el peor, es un error de bulto; por decirlo de forma
brutal, los jóvenes no tienen nada que enseñarle a la Iglesia. Pero no es así
como lo expresa Chaput, sino de esta otra manera: “Si la Iglesia abandonara su
ministerio de predicación, es decir, si se invirtieran los papeles de quién
enseña y quién escucha, se invertiría la propia jerarquía, y el sacerdocio
ministerial colapsaría en un sacerdocio bautismal. En definitiva, nos
volveríamos luteranos”.
Por último, Chaput acusa al documento de expresar una
visión “relativista” de la vocación, con sus referencias a la “santidad
personal” y a la “propia verdad” de cada uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario