lunes, 20 de agosto de 2018

El Cardenal Burke



 sobre los abusos sexuales en la Iglesia

San Diego, 16 de agosto de 2018.

Thomas McKenna, presidente de la Catholic Action for Faith and Family, entrevistó esta semana al Cardenal Raymond Burke acerca del escándalo de los clérigos abusadores.

Thomas McKenna: Su Eminencia, una nueva ola de abusos sexuales clericales ha salido a la luz, y pone en evidencia una extensísima práctica de la homosexualidad entre clérigos en diócesis y seminarios a través de país (nota bene: si bien el entrevistador limita su pregunta al contexto de los Estados Unidos, casos semejantes se han reportado recientemente en otros países como Honduras  o Chile). ¿Cuál diría usted que es la causa radical de esta corrupción?

Cardenal Raymond Burke: Quedó en evidencia a partir de los estudios que siguieron a la crisis de abusos sexuales del año 2002 que la mayor parte de los actos de abusos eran, de hecho, actos homosexuales cometidos con adolescentes varones. Hubo un intento minucioso ya sea por obviar ya sea por negar esto. Ahora parece claro a la luz de estos terribles escándalos recientes que, efectivamente, existe una cultura homosexual no sólo entre los clérigos sino incluso dentro de la misma jerarquía eclesiástica, la cual necesita ser purificada desde su raíz. Se trata por supuesto de una tendencia que es desordenada.

Creo que ha sido considerablemente agravada por la actual cultura contraria a la vida, esto es la cultura contraceptiva que separa el acto sexual de la unión conyugal. El acto sexual no tiene ningún tipo de sentido salvo entre un varón y una mujer en el matrimonio ya que el acto conyugal está dispuesto por su naturaleza para la procreación. Creo que resulta necesario un reconocimiento abierto de que tenemos un serio problema de cultura homosexual en la Iglesia, especialmente entre los clérigos y la jerarquía, que necesita ser enfrentado honesta y eficazmente.

Thomas: Su Eminencia, muchos dicen que lo que debería hacerse para enfrentar este problema es determinar mejores procedimientos y estructuras para lidiar con él, que ésta sería entonces la solución para resolver la situación. ¿Está de acuerdo con esa propuesta? ¿O qué le parece que necesitaría hacerse para resolver esta crisis de un modo definitivo?

Cardenal Burke: No hay necesidad de desarrollar nuevos procedimientos. Todos los procedimientos existen en la disciplina de la Iglesia, y han existido por siglos. Lo que se necesita es una investigación honesta sobre las situaciones de grave inmoralidad denunciadas, seguido de una acción efectiva para sancionar a los responsables, y vigilar para prevenir que situaciones similares ocurran nuevamente.

Esta idea de que la conferencia episcopal debería ser responsable de enfrentar esto es equivocada porque la conferencia episcopal no tiene control sobre los propios obispos dentro de la conferencia. Es el Romano Pontífice, el Santo Padre, el que tiene la responsabilidad de imponer disciplina en estas situaciones, y es él quien necesita tomar acción siguiendo los procedimientos que están  establecidos en la disciplina de la Iglesia. Esto es lo que combatirá la situación efectivamente.

Thomas: Su Eminencia, la fe de muchos en la Iglesia, como una institución santa antes que corrupta, ha sido sacudida. La gente no sabe qué pensar sobre sus obispos y sacerdotes ¿Cómo debería responder el fiel a esta crisis, tomando en cuenta especialmente que muchos se sienten desanimados y avergonzados de su Iglesia?

Cardenal Burke: Entiendo perfectamente la bronca, el profundo sentido de traición que muchos de los fieles están sintiendo, incluso porque yo mismo lo experimento. El fiel debe insistir que esta situación sea abordada honestamente y con determinación. Lo que no debemos permitir en ningún caso es que esos actos gravemente inmorales, que tanto han mancillado el rostro de la Iglesia, nos lleven a perder la confianza en Nuestro Señor, que es la Cabeza y el Pastor del rebaño. La Iglesia es su Cuerpo Místico, y nunca debemos perder de vista esta verdad.

Deberíamos estar profundamente avergonzados de lo que ciertos pastores, ciertos obispos han hecho, pero nunca deberíamos estar avergonzados de la Iglesia porque sabemos que es pura y que es Cristo Mismo, vivo para nosotros en la Iglesia, quien es nuestro único camino de salvación. Hay una gran tentación en que nuestra ira justificada acerca de estos actos gravemente inmorales nos lleve a perder la fe en la Iglesia, o a estar enojados con la Iglesia, en lugar de enojarnos con aquellos que, aunque ocupen la más alta autoridad en la Iglesia, han traicionado esa autoridad y han actuado de un modo inmoral.

Existieron durante siglos en el Pontifical Romano (el libro litúrgico católico latino que contiene los ritos celebrados por los obispos) los ritos para la degradación de los clérigos y también de los miembros de la jerarquía que hubieran fallado gravemente en su oficio. Creo que sería conveniente leer nuevamente esos ritos para entender profundamente lo que la Iglesia siempre entendió, que es que los pastores pueden desviarse –incluso de un modo muy grave– y que entonces deben ser apropiadamente disciplinados e incluso expulsados del estado clerical.


(Fuente. Traducción del Profesor de Worms)
(Tomado de: The Wanderer, 20 de agosto de 2018)


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