contra la postura inmigracionista
Carlos Esteban
Infovaticana, 3 enero, 2018
El Papa Francisco predicó en Navidad sobre un
asunto que es ya obsesivo en él: la acogida de los inmigrantes. En ninguna de
sus declaraciones y homilías en que ha tratado esta cuestión ha insinuado el
Santo Padre que pueda haber algún límite prudencial en cuanto al número de los
recién llegados, y apenas ve la posibilidad de un inevitable choque cultural,
dificultades económicas y logísticas insuperables o una distinción entre
refugiados e inmigrantes económicos, entre legales e ilegales.
En esto tiene a favor a todo el estamento
globalista, empezando por los jerarcas de la Unión Europea y la ONU, y en
contra a no pocos obispos. Es razonable, por tanto, que Su Santidad esperase
algún tipo de reacción negativa o crítica por parte de unas autoridades
italianas que no saben ya qué hacer para frenar la invasión descontrolada desde
África, o desde sus colegas en el episcopado italiano.
Pero las críticas han venido de donde, imaginamos,
menos podía esperarlo: sus amadas ‘periferias’. Concretamente, de África, de
donde procede el grueso de esta inmigración masiva y que, por tanto, sería
comprensible imaginar una acogida entusiasta del espíritu de acogida papal.
Y no, todo lo contrario. Los prelados más
importantes del Continente Negro piden desesperados medidas urgentes para
frenar la emigración masiva que está despoblando África, en oposición frontal a
la línea marcada por Francisco.
Los africanos defienden su postura alegando que los
emigrantes son tratados de modo espantosa por las mafias que les llevan a
Europa, donde la vida que encuentran es, además y por lo común, muy distinta de
la que esperan.
“No tenemos derecho a permitir que existan canales
de emigración ilegal cuando sabemos perfectamente cómo funcionan”, asegura el
senegalés, Benjamin Ndiaye, Arzobispo de Dakar, con el apoyo absoluto de su
colega nigeriano Joseph Bagobiri y muchos otros. “Todo esto tiene que acabar”.
Desde el lado europeo de la ecuación defiende la
misma tesis, curiosamente, otro prelado africano, en este caso el Cardenal
Robert Sarah, prefecto para el Culto Divino.
El pasado octubre, el Cardenal guineano afirmó el
derecho de las naciones a distinguir entre refugiados e inmigrantes económicos,
según la revista polaca wPolityce.pl, apoyando la postura de Polonia frente a
los intentos de Bruselas de obligar al país a abrir sus fronteras.
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