+ Francisco Javier Stegmeier, obispo de Vilarrica
(Chile)
Infocatolica, 4-9-17
Hermanas y hermanos en Jesucristo:
Con dolor he visto cómo legisladores católicos que
frecuentan la Misa y se acercan a la comunión eucarística han aprobado con su
voto la ley de aborto.
Con igual dolor, mi conciencia de cristiano y de
pastor me impone el grave deber de recordar a los fieles de la Diócesis de
Villarrica y a los legisladores católicos que los representan lo que escribí en
mi Carta Pastoral «Reflexiones en torno a la vida», del 11 de enero de 2015.
«De parte de un legislador es ciertamente un pecado
grave promover la ley de aborto y más aún votar a favor de ella. En sentido
positivo, esto significa que «quienes se comprometen directamente en la acción
legislativa tienen la precisa obligación de oponerse a toda ley que atente
contra la vida humana. Para ellos, como para todo católico, vale la
imposibilidad de participar en campañas de opinión a favor de semejantes leyes,
y a ninguno de ellos les está permitido apoyarlas con el propio voto»
(CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Nota doctrinal sobre algunas
cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida
pública, 24 de noviembre de 2002, 4).
El legislador católico que promueve y vota leyes
atentatorias contra la inviolabilidad de la vida humana y el fundamental
derecho a nacer y vivir se auto excluye de la comunión plena con la Iglesia en
una verdad esencial de su enseñanza. En coherencia, en tal caso, aunque no
corresponda aplicar la pena de excomunión, no debe acercarse a la comunión
eucarística. Para que pueda acercarse a la comunión, debe primero restablecer
la comunión con Cristo y con la Iglesia.
Pero si un legislador católico permanece en su
intención de favorecer una ley de aborto y votar a favor de ella, debe
abstenerse de acercarse a la comunión eucarística, y si lo hiciera con peligro
de escándalo para los fieles se le debe negar la admisión a la comunión, como
lo establece el Código de Derecho Canónico: «No deben ser admitidos a la
sagrada comunión […] los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado
grave» (canon 915). Podrá volver a comulgar una vez que cambie su modo de
pensar, se arrepienta, tenga propósito de enmienda, rectifique públicamente su
postura y recurra al sacramento de la Penitencia».
Aplicar una medida pública a actos públicos, no
significa un juicio a la conciencia e intenciones de la persona. Ese juicio
sólo le corresponde a cada uno en su fuero interno y a Dios, quien «discierne
los pensamientos y las intenciones del corazón. Todo está desnudo y patente a
los ojos de Aquel a quien hemos de dar cuenta» (Hb 4,12.13).
+ Francisco Javier Stegmeier, obispo de Vilarrica
(Chile)
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