Nota sobre la «Ley de protección integral contra la
LGTBIfobia y la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en
la Comunidad de Madrid»
(Fuente: Ecclesia)
El pasado día 14 de julio, la Asamblea de la Comunidad
Autónoma de Madrid aprobó la «Ley de protección integral contra la LGTBIfobia y
la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad
de Madrid». La Ley ha sido publicada, el pasado 21 de julio, en el Boletín
Oficial de la Asamblea de Madrid. Ante este hecho, queremos, con todo el
respeto hacia los que han promovido esta ley y sus posibles destinatarios,
manifestar públicamente las siguientes consideraciones dirigidas a los fieles
católicos de nuestras diócesis, sin menoscabo de otras profundizaciones
posteriores.
Inspirada por una antropología no adecuada que niega
la diferencia sexual varón-mujer y la unidad de la persona cuerpo-espíritu,
esta ley se halla en contradicción con la moral natural, acorde con la recta
razón, y pretende anular la enseñanza pública de la Biblia (Cf. Carta a los
Romanos 1, 24-27; Primera carta a los Corintios 6, 9-10; Primera carta a
Timoteo 1, 10, etc.), del Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2357-2359) y
del resto del Magisterio de la Iglesia referido al designio de Dios sobre el
varón y la mujer.
Más aún, pretende prohibir, incluso, rezar públicamente por
las personas que suplican la oración para un cambio de orientación en su vida
(Ej: Art. 4-b, Art. 3-o, Art. 70-4-c, Art.72-3).
La mencionada Ley, desde sus presupuestos y normativa,
nos parece, sin afrontar exhaustivamente todos sus aspectos:
Un ataque a la libertad religiosa y de conciencia (Ej:
Art. 3-o, Art. 70-4-c, Art. 72-3).
Un ataque y censura al derecho de los padres a educar
a sus hijos según sus propias creencias y convicciones. Del mismo modo es un
atropello a los idearios que inspiran la libertad de enseñanza (Cf. Capítulo
XI, Medidas en el ámbito educativo. Ej: Art. 29-2, Art. 31-9, Art. 32, Art.
34).
Un atentado a la libertad de expresión, a la libertad
de cátedra, a la libertad de los científicos y profesionales en la búsqueda de
la verdad, y a la libertad de las personas para orientar su vida o para pedir
ayuda, incluso religiosa, en aquello que crean necesitar (Cf. Capítulo XI,
Medidas en el ámbito educativo; y Capítulo XII, Medidas en el ámbito de la
salud. Ej: Art. 3-o, Art. 31, Art. 36, Art. 70-4-c, Art. 72-3). Consideramos,
por ello, que se trata, en su esencia, de una ley arbitraria que no contempla
ni siquiera la objeción de conciencia.
Los partidos políticos del arco parlamentario, también
los grandes sindicatos, la mayoría de los medios de comunicación y muchas de
las grandes empresas quieren imponer “ideológicamente” un “pensamiento único”
que anule la libertad y el coraje de buscar la verdad de la persona humana, en
su unidad cuerpo-espíritu y en su diferencia sexual varón-mujer.
Cuando no se
busca la Verdad, cuando no se respetan ni siquiera los argumentos de la
biología inherente a la genealogía de la persona, se impone por ley la
ideología – en este caso la “ideología de género” – y se coacciona la libertad
con sanciones y persecución: nada nuevo bajo el sol.
Al recibir el premio Carlomagno, el papa Francisco ha
invitado a construir un nuevo humanismo para Europa basado en la capacidad de
integrar, de dialogar y de construir, recordando que en esta tarea la Iglesia
puede y debe ayudar, cumpliendo su misión: «el anuncio del Evangelio, que hoy
más que nunca se traduce principalmente en salir al encuentro de las heridas
del hombre, llevando la presencia fuerte y sencilla de Jesús, su misericordia
que consuela y anima» (Discurso, 6.5.2016).
Entre las víctimas reales de nuestra cultura del relativismo no lo son
menos quienes sufren la confusión sobre su propia identidad; una confusión que,
con leyes como esta, se verá aún más agravada. El mismo Papa Francisco nos ha
pedido no caer «en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos
creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido
como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso
significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada» (Exhortación
Apostólica Postsinodal Amoris laetitia, 56).
«No es tiempo de lamentaciones, sino de sanación»,
como ha recordado nuestro hermano el obispo de Lincoln (EEUU), citando a
Boecio, ante medidas legislativas similares de la administración Obama (cf.
Carta17.5.2016). Para salir al encuentro de las heridas del corazón, como nos pide
el papa Francisco, es necesario y urgente promover una acción conjunta de las
familias y de las asociaciones católicas en orden a defender, con todos los
medios legítimos y en todas las instancias que corresponda, la libertad
religiosa y de conciencia, la libertad de los padres a educar a sus hijos según
sus propias creencias y convicciones, la libertad de enseñanza y los demás
derechos fundamentales que, creemos, se conculcan gravemente en esta Ley.
Si
nosotros callamos gritarán las piedras (Cf. Lc 19, 40). La sanación de las
heridas provocadas por estas medidas legislativas no se logra con la
confrontación, que deriva en descalificaciones y amenazas de demandas
judiciales. Porque queremos integrar, dialogar y construir, pedimos la
colaboración de todas las personas de buena voluntad con verdaderos criterios
de comunión, y especialmente a nuestros fieles les pedimos su oración y su
participación activa que nazca de auténticos criterios eclesiales.
Ahora, más que nunca, es necesario llevar la
misericordia sanadora de Jesucristo a este mundo. Llamamos a los católicos de
nuestras diócesis comprometidos en el servicio de la política, de la sanidad y
de la educación, así como a los esposos y padres de familia, a las personas
consagradas y sacerdotes, a colaborar, cada cual según su propia vocación, en
la edificación de una cultura que venza las mentiras de las ideologías y se
abra a la verdad de la creación y de la persona humana, garantía ineludible de
la libertad. Bien sabemos que en esta tarea, verdaderamente misionera,
necesitamos orar con las palabras del mismo Cristo, pidiendo al Padre: líbranos
del mal.
Luchamos contra el mal ganando para Jesucristo cada corazón, acudiendo
a la intercesión de la Santísima Virgen María e invocando a San Miguel
Arcángel. Luchamos contra el mal llevando el bálsamo de la misericordia a los
que sufren la herida de la confusión y del error: su médico es Cristo y el
hospital de campaña donde llevarlos y sanarlos es la posada de la Iglesia.
Luchamos contra el mal, llevando a nuestras vidas lo realizado el pasado tres
de junio al consagrar nuestras diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, fuente de
la verdadera misericordia y de la verdadera paz.
Que la Sagrada Familia de Nazaret y Santiago Apóstol,
protejan e intercedan por el futuro de nuestras familias y la paz de nuestro
pueblo.
Con nuestra bendición,
+ Joaquín Mª López de Andújar y Cánovas del Castillo,
Obispo de Getafe
+ José Rico Pavés, Obispo Titular de Mentesa y
Auxiliar de Getafe
+ Juan Antonio Reig Pla, Obispo Complutense
7 de agosto de 2016
XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Año Jubilar de la Misericordia
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