martes, 5 de julio de 2016

Lo santo, lo sagrado, lo sacro


Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" 
(2 de julio de 2016) Aica

Mis amigos de Claves hoy quiero presentarles un planteo que es sumamente teórico pero tiene también consecuencias prácticas inmediatas y sería así: ¿qué es lo sagrado, lo santo, lo sacro? Las palabras son equivalentes. Si uno piensa lo que han estudiado los fenomenólogos de las religiones se observa que se da en todas las culturas este fenómeno de lo santo, lo sagrado y el significado sería “lo separado”, “lo distinto”. ¿Lo distinto de qué? Es lo distinto de la vida cotidiana, de lo mundano podríamos decir, y es lo que se refiere a Dios.

¿Y la consecuencia práctica dónde está? Está en que las cosas que se refieren a Dios no pueden ser iguales que las de todos los días por eso nosotros tenemos templos que se hacen especialmente para el culto divino y no se la hace para otro fin. Y no pienso sólo en la bella Catedral de La Plata sino aún en la última capillita que puede haber en la periferia también.

Así ocurre con muchas otras cosas como la música que ponemos en la liturgia. ¿Cualquier música puede ir allí? Debemos decir que no pues el Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, en el capítulo 6, habla de la música sagrada, sacra y habla de la tradición de la música sacra que no se puede tirar por la ventana como si nada.

Quiero decir esto: ustedes ven, por ejemplo, lo que pasa en algunas celebraciones multitudinarias donde se trata de saltar, mover las manos, y uno se pregunta si eso es sagrado. Eso ocurre en actos de otra naturaleza. Creo que habría que pensar mejor todo esto porque tengo la impresión de que se escamotea el sentido del misterio. Si uno no entiende que es lo sagrado como algo distinto se escamotea el sentido del misterio.

Hice una referencia a la liturgia y piensen ustedes en lo que es el sacrificio eucarístico. Los misterios que son los sacramentos, los misterios del culto, así los llamaban los Padres de la Iglesia a los sacramentos. Creo que hay que volver a pensar todo esto y tiene que ser un pensamiento que se tiene que convertir finalmente en acción, en decisiones. Si creemos verdaderamente que estamos haciendo cosas sagradas, que estamos relacionándonos con Dios y que misterios enormes el Señor ha puesto en nuestras manos eso quiere decir que tenemos que evitar que se entromezcan en ese ámbito aquello que no es de ese ámbito, aquello que no pertenece a ese ámbito.

Esa idea de que lo santo, lo sagrado, es algo distinto, como yo insistía, se encuentra en todas las religiones, aún en las más antiguas. Creo que nosotros tenemos que pensar esto.

Y después otra cosa que digo, entre paréntesis, volver al Concilio Vaticano II porque todo el mundo ha hablado o habla de él pero yo no sé quién los ha leído y ahora muchas décadas después, sería bueno volver a leerlo. Ahí se me ha ocurrido este planteo que les presento a ustedes: releyendo esa Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Vaticano II donde nos hace ver que no cualquier música puede entrar en el templo, no cualquier música puede ilustrar los divinos misterios, no cualquier música puede suscitar en los cristianos los sentimientos, los pensamientos, las actitudes propias de un “a vérselas con Dios”. Nada menos que eso, porque lo santo es un “a vérselas con Dios.


Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

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