en discurso ante la ONU
By Susan Yoshihara, Ph.D.
25 de
septiembre 2015 (C-Fam)
Los líderes mundiales rompieron en aplausos en
veintisiete oportunidades durante el discurso del Papa hoy ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas, incluso cuando pidió la defensa del «derecho a
la vida» y cuando dijo que la familia es «la célula primaria de cualquier
desarrollo social».
Los defensores de la vida y la familia recibieron sus
palabras como un desarrollo de referencias más sutiles a sus causas durante el
discurso del Papa ante el Congreso de los Estados Unidos. El presidente de
Culture of Life, Robert Royal, dijo que las expresiones ante la ONU fueron una
defensa enérgica y explícita de la vida humana y del matrimonio natural aun
cuando no se usaron los términos «aborto» y «homosexualidad». Royal es miembro
de la junta directiva de C-Fam, editor de Friday Fax.
En la ONU, el Papa Francisco ofreció varios ejemplos
de cómo aplicar los cuatro principios de la doctrina social católica (el bien
común, la solidaridad, la subsidiaridad y la dignidad humana), los cuales
mencionó explícitamente durante su discurso ante el Congreso. En cuanto a la
subsidiaridad, defendió «el derecho primario de las familias a educar» y el
rechazo de «una elite omnipotente».
Condenó la «colonización ideológica», como lo hizo en
la encíclica Laudato Si, en una referencia al hecho de que la ayuda a los
países pobres se fundamenta en su aceptación del control demográfico y otras
orientaciones que resultan ultrajantes para su gente y que están en contra de
las leyes internas, como, por ejemplo, los derechos homosexuales.
A lo largo de su discurso, el Papa entrelazó su
distintiva defensa del medio ambiente con la necesidad de poner fin a la
excusión social y de edificar la solidaridad. Varias veces, durante la
conferencia de 40 minutos, vinculó la biología de los seres humanos a la de la
naturaleza. «Cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad»,
sostuvo el Papa. El lunes, en Cuba, dijo que el aborto de bebés discapacitados
es un ejemplo de la «cultura del descarte», que calificó de muy «difundida e
inconscientemente consolidada» en su discurso ante la ONU.
En un determinado momento, el Papa indicó que la
defensa de la vida debe preceder al discurso sobre el medio ambiente: «La casa
común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión
de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida
humana», que incluye la «de los no nacidos», y añadió que «debe también
edificarse sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la naturaleza
creada».
De igual modo, vinculó la defensa del matrimonio
natural a la naturaleza misma. A la vez que elogió la codificación del derecho
en documentos escritos como uno de los «éxitos comunes» más importantes de la
ONU, invocó la ley natural, a la que llamó «ley moral inscrita en la propia
naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer»
que también exige «el absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y
dimensiones».
Por otro lado, lamentó la promoción de «falsos
derechos» y dijo que «ningún individuo o grupo humano se puede considerar
omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de
las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales». En este sentido,
hizo eco de su predecesor, el papa Benedicto XVI, quien en su discurso de 2008
ante la ONU se refirió al intento de enfrentar derechos humanos, como ser los
de la madre y su hijo, uno contra otro en una falsa competencia que deja en
manos de las elites la decisión de quién triunfa.
Aunque el Papa mencionó normas políticas explícitas
como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las próximas conferencias sobre
cambio climático en París, no las ratificó de manera expresa. Más bien, dijo
que son señal de «esperanza». Advirtió sobre las palabras vacías que fijan objetivos
pero no marcan una diferencia real en las vidas de «mujeres y hombres concretos
[…] que viven, luchan y sufren».
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano
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