martes, 29 de septiembre de 2015

El Papa defiende a los no nacidos y la familia natural

 en discurso ante la ONU

By Susan Yoshihara, Ph.D.        
 25 de septiembre 2015 (C-Fam)

Los líderes mundiales rompieron en aplausos en veintisiete oportunidades durante el discurso del Papa hoy ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, incluso cuando pidió la defensa del «derecho a la vida» y cuando dijo que la familia es «la célula primaria de cualquier desarrollo social».

Los defensores de la vida y la familia recibieron sus palabras como un desarrollo de referencias más sutiles a sus causas durante el discurso del Papa ante el Congreso de los Estados Unidos. El presidente de Culture of Life, Robert Royal, dijo que las expresiones ante la ONU fueron una defensa enérgica y explícita de la vida humana y del matrimonio natural aun cuando no se usaron los términos «aborto» y «homosexualidad». Royal es miembro de la junta directiva de C-Fam, editor de Friday Fax.

En la ONU, el Papa Francisco ofreció varios ejemplos de cómo aplicar los cuatro principios de la doctrina social católica (el bien común, la solidaridad, la subsidiaridad y la dignidad humana), los cuales mencionó explícitamente durante su discurso ante el Congreso. En cuanto a la subsidiaridad, defendió «el derecho primario de las familias a educar» y el rechazo de «una elite omnipotente».

Condenó la «colonización ideológica», como lo hizo en la encíclica Laudato Si, en una referencia al hecho de que la ayuda a los países pobres se fundamenta en su aceptación del control demográfico y otras orientaciones que resultan ultrajantes para su gente y que están en contra de las leyes internas, como, por ejemplo, los derechos homosexuales.

A lo largo de su discurso, el Papa entrelazó su distintiva defensa del medio ambiente con la necesidad de poner fin a la excusión social y de edificar la solidaridad. Varias veces, durante la conferencia de 40 minutos, vinculó la biología de los seres humanos a la de la naturaleza. «Cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad», sostuvo el Papa. El lunes, en Cuba, dijo que el aborto de bebés discapacitados es un ejemplo de la «cultura del descarte», que calificó de muy «difundida e inconscientemente consolidada» en su discurso ante la ONU.

En un determinado momento, el Papa indicó que la defensa de la vida debe preceder al discurso sobre el medio ambiente: «La casa común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida humana», que incluye la «de los no nacidos», y añadió que «debe también edificarse sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la naturaleza creada».

De igual modo, vinculó la defensa del matrimonio natural a la naturaleza misma. A la vez que elogió la codificación del derecho en documentos escritos como uno de los «éxitos comunes» más importantes de la ONU, invocó la ley natural, a la que llamó «ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer» que también exige «el absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones».

Por otro lado, lamentó la promoción de «falsos derechos» y dijo que «ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales». En este sentido, hizo eco de su predecesor, el papa Benedicto XVI, quien en su discurso de 2008 ante la ONU se refirió al intento de enfrentar derechos humanos, como ser los de la madre y su hijo, uno contra otro en una falsa competencia que deja en manos de las elites la decisión de quién triunfa.

Aunque el Papa mencionó normas políticas explícitas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las próximas conferencias sobre cambio climático en París, no las ratificó de manera expresa. Más bien, dijo que son señal de «esperanza». Advirtió sobre las palabras vacías que fijan objetivos pero no marcan una diferencia real en las vidas de «mujeres y hombres concretos […] que viven, luchan y sufren».


Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano

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