ENTREVISTA A CLODOVIS BOFF, HERMANO DE LEONARDO BOFF:
"RATZINGER TENÍA RAZÓN" -
En mayo de 1986, los hermanos Clodovis y Leonardo Boff
publicaron una carta abierta al cardenal Joseph Ratzinger. En ella se analizaba
la Instrucción "Libertatis Conscientia" la que el futuro Papa
Benedicto XVI corregía los supuestos
desvíos de teología de la liberación en América Latina. Los religiosos
brasileños desaprobaban, con un toque de ironía y una buena dosis de audacia,
un “lenguaje con 30 años de retraso",
según el texto.
En una entrevista por teléfono a Folha de São Paulo,
Fray Clodovis afirma que Benedicto XVI “defendió el proyecto esencial de la
Teología de la Liberación”, es decir “el compromiso con los pobres como
consecuencia de la fe”, al mismo tiempo que "criticó la influencia
marxista”.
LA ENTREVISTA A
FRAY CLODOVIS BOFF, PUBLICADA EN "Folha de São Paulo" - 11 de marzo
de 2013.
POR ALEXANDRE GONÇALVES.-
¿ Benedicto XVI fue el gran enemigo de la teología de
la liberación?
Eso es una caricatura. En los dos documentos que
publicó, Ratzinger defendió el proyecto esencial de la teología de la
liberación: el compromiso con los pobres como consecuencia de la fe. Al mismo
tiempo, critica la influencia marxista. De hecho, es una de las cosas que yo
también crítico.
En el documento de 1986, él apunta la primacía de la
liberación espiritual, perenne, sobre la liberación social, que es histórica.
Las corrientes hegemónicas de la teología de la liberación prefirieron no
entender esa distinción. Esto hizo que, muchas veces, la teología degenerase en
ideología.
¿Y los procedimientos inquisitoriales contra algunos
teólogos?
Él expresaba la esencia de la iglesia, que no puede
entrar en negociaciones cuando se trata del núcleo de la fe. La Iglesia no es
como la sociedad civil, donde la gente puede decir lo que le plazca. Estamos
vinculados a una fe. Si alguien profesa algo diferente a esta fe, se está
autoexcluyendo de la Iglesia. En la práctica, la iglesia no expulsa a nadie.
Sólo declara que alguien se excluye del cuerpo de los fieles porque comienza a
profesar una fe diferente.
¿No hay margen para la caridad cristiana?
El amor es lúcido, corrige cuando considera necesario.
El jesuita español, Jon Sobrino dice: "La teología nace de los pobres”.
Roma simplemente responde: "No, la fe nace en Cristo y no puede nacer de
una manera diferente."
¿Cuándo se convirtió usted en crítico de la teología
de la liberación?
Desde el principio, siempre fui claro sobre la
importancia de colocar a Cristo como el fundamento de toda teología. En el
discurso hegemónico de la Teología de la Liberación, notaba que esta fe en Cristo
era puesta en un segundo plano. Pero reaccionaba de manera condescendiente.“Con
el tiempo esto se corregirá”, pensaba interiormente. Me equivoqué.
"No es la fe que confiere un sentido sobrenatural
o divino a la lucha, al contrario: ese sentido objetivo e intrínseco confiere a
la fe su fuerza." ¿Todavía cree en eso?
Abjuro de esa frase boba. Fue mi fase “rahneriana”. El
teólogo alemán Karl Rahner estaba fascinado por los avances y los valores del
mundo moderno y, al mismo tiempo, pero, al mismo tiempo, veía que la modernidad
se secularizaba cada vez más.
Rahner no podía aceptar la condena de un mundo que
amaba y concebía la teoría del "cristianismo anónimo": cualquier
persona que luche por la justicia ya es un cristiano, incluso sin creer
explícitamente en Cristo. Los teólogos de la liberación tienden a cultivar la
misma admiración ingenua por la modernidad.
El "cristianismo anónimo" constituía una
óptima excusa para, dejando de lado a Cristo, la oración, los sacramentos y la
misión, dedicarse a la transformación de las estructuras sociales. Con el
tiempo, me di cuenta de que eso es insostenible, por no tener bases suficientes
en el Evangelio, en la gran tradición y en el magisterio de la iglesia.
¿Cuando rompió usted con el pensamiento de Rahner?
En los años 70, el cardenal D. Eugenio Sales retiró mi
licencia para enseñar teología en la Universidad Católica de Río de Janeiro. El
teólogo que asesoraba al cardenal, D. Karl Joseph Romer, quiso conversar
conmigo: "Clodovis, creo que te equivocas, no basta hacer el bien para ser
cristiano. La confesión de la fe es esencial”. Estaba en lo cierto.
Asumí una postura más crítica y vi que, con la
rahnerismo, la iglesia se tornaba absolutamente irrelevante. Y no sólo eso: el
mismo Cristo. Dios no necesitaría revelarse en Jesús si quisiese simplemente salvar al hombre por
la ética y el compromiso social.
¿Benedicto XVI sepultó los avances del Vaticano II?
Quién afirma eso cree que el Concilio Vaticano II creó
una nueva iglesia y rompió con 2.000 años de cristianismo. Es un error. El Papa
Juan XXIII fue muy claro al señalar que el objetivo era, preservando la
sustancia de la fe, presentarla sobre prendas más adecuadas para el hombre
contemporáneo.
Benedicto XVI garantiza la fidelidad al Concilio. Al
mismo tiempo, combatió los intentos de secularizar la Iglesia, porque una
Iglesia secularizada es irrelevante para la historia y para los hombres. Se
convierte en un partido, en una ONG.
Pero ¿la rehabilitación de la misa en latín? ¿Y el
intento de rehabilitación de los tradicionalistas que rechazaron el Concilio Vaticano II?
No podemos olvidar que la condición impuesta a los
tradicionalistas era exactamente que aceptaran el Concilio Vaticano II. El catolicismo es, por
naturaleza, inclusivo. Hay espacio para los que les gusta el latín, para
aquellos a los que no les gusta, para todas las tendencias políticas y
sociales, siempre que no se contrapongan a la fe de la iglesia.
Quién se opone a esta apertura manifiesta un espíritu
anti-católico. Varios grupos considerados progresistas cayeron en el
sectarismo. Estos grupos no fueron la excepción. Benedicto XVI sufrió una dura
oposición durante todo su pontificado. Y La mayoría de las críticas internas
partieron de sectores de la Iglesia que se dejaron colonizar por el espíritu de
la modernidad hegemónica, que no admiten la centralidad de Dios en la vida.
Elevan la opinión personal como criterio último de
verdad y les gustaría decidir los artículos de la fe en base a un plebiscito.
Tales críticas sólo expresan la penetración del secularismo moderno en los
espacios institucionales de la iglesia.
¿Cómo describiría
la relación de Benedicto XVI con la modernidad?
Es posible identificar cierto pesimismo en sus
reflexiones. Pero no es el único. Hay un río de la literatura sobre la crisis
de la modernidad, que incluso nos remite a autores como Nietzsche y Freud. ¿Que
tiene él de diferente? Propone una salida: una apertura a lo trascendente.
Aún así, hay pesimismo.
Hay algo que precisaría corregir: Benedicto XVI toma
demasiado en serio el secularismo moderno. Es una tendencia de los cristianos
europeos. Se olvidan de que el laicismo es una cultura de minorías. Son
poderosas, hegemónicas, pero todavía minorías.
La religión es una opción de 85% de la humanidad. Los
ateos son sólo 2,5%. Los agnósticos no alcanzar el 15%. Minorías culturalmente
importantes, sin duda: dominan el micrófono y la pluma, los medios de
comunicación y el mundo académico. Pero se están quedando sin gas. Hay un
renovado interés por la espiritualidad entre los jóvenes.
¿Qué otras críticas haría a Benedicto XVI?
Él preferiría resolver problemas teológicos que tratar
sobre asuntos administrativos de la Curia. Esto creó varias limitaciones
durante su pontificado. Tampoco tiene el carisma de Juan Pablo II. En cierto
modo, era lo esperado en un intelectual como él.
¿Es hora de que la iglesia se posicione más cerca de
la realidad de los fieles?
Benedicto XVI no solucionó un problema que se arrastra
desde desde el Concilio Vaticano II: la necesidad de crear canales para que la
cúpula escuche y dialogue con las bases.
Los sacerdotes de las parroquias se sienten a menudo
presionados entre la letra fría que viene de la cúpula y el sufrimiento diario
de los fieles, que puede implicar dramas como el aborto o el divorcio. Tenga en
cuenta que no sugiero cambios en la enseñanza de la iglesia. Pero creo que
sería más fácil para que la gente viva la doctrina católica si hubiera procesos
para facilitar este diálogo.
¿Cómo ve el futuro de la iglesia?
La modernidad no tiene nada más que decir al hombre
postmoderno. ¿Cuáles son las ideologías que mueven el mundo? ¿El marxismo? ¿El
socialismo? ¿El liberalismo? ¿El neoliberalismo? Todas perdieron credibilidad.
¿Quién tiene algo que decir? Las religiones y, sobre todo, en Occidente, la
Iglesia Católica.
FUENTE: www.benedictogaenswein.com
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