obispo emérito de Viedma
Título inquietante
Aica, 5-12-14
…el que he leído en
primera página y con letras destacadas en un importante diario capitalino. El
título: “PLATO LLENO”. “El programa que va al rescate de la comida que sobra”
En el primer instante me llené de gozo… ¡En la Argentina no se ha
perdido el espíritu solidario!, pensé… y sigo felicitando a los organizadores
de ese programa.
A poco de leer el
artículo y reflexionar sobre “comida tirada” y “familias argentinas tienen que
alimentarse” –quitar el hambre– con la comida que tiran otras familias
argentinas… sentí indignación (no bronca). Es decir, una honda pena, en mi
corazón cristiano y argentino, ante el quiebre del tejido social argentino. El
abismo que se ha abierto en la sociedad argentina entre los que comen hasta
hartarse y que otros tengan que comer las sobras…, es un escándalo argentino y
de la Iglesia
en sus comunidades parroquiales.
En donde no pocos de los bien satisfechos en
comida y bebida asisten a Misa dominical. Y pensé: ¡qué bochorno para la Iglesia en la Argentina ! Mientras unos
comen hasta tirar comida, otros mueren de hambre... Y recordé la Parábola de Jesús sobre
el rico Epulón y el mendigo Lázaro. Recomiendo releerla. Lucas 16, 19 Los
cristianos… los que en las encuestas se anotan como “católicos”… o van a misa
el Domingo la tienen que asumir en todo su mensaje para no escuchar lo que
escuchó el rico Epulón demasiado tarde. La brecha entre el rico Epulón que
banqueteaba y el pordiosero Lázaro después de la muerte de los dos se había
transformado en un abismo infranqueable para el rico Epulón que lamentaba irremediablemente
su suerte desgraciada y no alcanzar un alivio de parte de Lázaro que gozaba en
el Cielo en la medida que había sufrido en las puertas del Palacio del rico.
Es
que el rico Epulón ocupado en sus placeres no había querido escuchar que el más
allá se prepara en el más acá. En esta historia ganamos la felicidad eterna o
la perdemos para siempre. Dios se hizo hombre para transformar la historia
humana en historia de felicidad eterna. Dios que es Amor no condena a nadie. Se
autocondena el que pretende vivir su vida según propios gustos sin interesarle
la vida de los demás.
La solidaridad real y
efectiva con los que sufren es camino de felicidad eterna. Y también nosotros
pastores -obispos y presbíteros- tenemos que hacer lectura orante con esta
Parábola para trazar líneas pastorales a nuestras comunidades de Iglesia. Al
leer la noticia del matutino capitalino y releer la Parábola del rico Epulón
y el pobre Lázaro, pienso que en la
Iglesia se ha perdido el Evangelio social y político. Hago
esta afirmación a ciencia y conciencia. Con mi experiencia pastoral de varias
décadas llego a la conclusión que para la mayoría de católicos de clase media
hacia arriba, unir el Evangelio a la Política es casi una herejía…
Y sin embargo, si el
Evangelio de Jesús no llega a ser Buena Noticia en nuestros foros políticos, la
brecha entre ricos y pobres se irá ahondando por falta de justicia social y en
forma silenciosa, pero, progresiva la muerte por falta de alimentación irá
diezmando vidas, nuevas generaciones nacerán débiles, mental y físicamente
atrofiados. Pienso que los obispos y sacerdotes hemos de despertar a nuestras
comunidades de la indiferencia social política. Es laudable el esfuerzo de
muchas y muchos en ayudar como el caso publicado en el matutino de referencia.
Pero no alcanza a solucionar la catástrofe social de la hambruna argentina.
La
ayuda por laudable que fuere es un calmante pero no erradica el mal social.
Sólo una política humana y humanizante devolverá al país la igualdad fraternal
de familia social. Es hora que los que tengamos Fe Cristiana nos ayudemos para
encontrar caminos de solución en vista a recuperar la fraternidad social-
política en la
Argentina.
Mons. Miguel Esteban
Hesayne, obispo emérito de Viedma
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