viernes, 29 de agosto de 2014

La dignidad de la vida humana



Homilía del obispo monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma para el domingo XXI del tiempo ordinario
(24 de agosto de 2014)

El valor de ser persona humana… el valor de ser mujer o varón… se ha desvalorizado inmensamente más que la moneda argentina. Hemos llegado a que un par de zapatillas usadas, vale más que una vida humana. La noticia de asesinatos ya no causa estupor. Hasta se reacciona con mayor vigor por el mal trato a perros que por el mal trato a seres humanos. Y qué decir del cuidado hasta la exquisitez de las mascotas y la indiferencia o a lo sumo una limosna de lo sobrante, ante la necesidad de un ser humano. Ha crecido la inhumanidad hasta descender a tener corazón de piedra ante el dolor humano.

Es que el hombre cuando no se relaciona a nivel humano con sus semejantes, se rebaja inexorablemente a nivel de la bestia. Con esta mentalidad, vale más un pozo de petróleo que un ser humano Y la pantalla ideológica que las bombas traerán el bienestar del petrodólar justifica la Guerra- Caín matando a su hermano por bienes terrenales.

Por favor, argentinas y argentinos ya hace tiempo que nos venimos envolviendo en un salvajismo social Hace décadas que se escucha y se proclaman grandezas nacionales en voces de gobernantes de las más variadas ideologías. Pero, al no buscar la grandeza nacional desde la fuente y cumbre de la real grandeza de una Nación que es la persona humana se pone la grandeza de una Nación en la Economía. Se privilegia el bienestar y la diversión a la Educación en toda la gama de los Derechos Humanos.

Y cuando esto ocurre la vida humana puede llegar a tener el precio de la necesidad o ocurrencia o hasta diversión de otro ser humano. Esto es lo que acontece a diario en nuestra Argentina Potencia y mal educada en la grandeza y dignidad de la cada persona . Hemos llegado a la incultura del desprecio de la vida ajena Así a diario en la Sociedad Argentina aflora Cain matando a Abel. No es una películo de terror. Es la realidad del terror que angustia y destroza a miles de corazones argentinos.

Argentinas, argentinos despertemos y sacudamos la indiferencia ante la incultura de la vida Todos ricos y pobres debemos encontrar caminos para salir de una situación social salvaje Todos creyentes o no creyentes. Todos como seres humanos que nos debemos respeto mutuamente por pertenecer al género humano. La pobreza que hiere la dignidad humana es inhumana y un ser humano no la debe tolerar en sí mismo y en la demás. La pobreza evangélica…la que vivió Jesús y aconsejó Jesús… parte y supone y acreciente la dignidad humana sobre cualquier otro bien terrenal A tal punto que el voto de pobreza que Jesús ofrece a algunos de sus discípulas/os es para darle plenitud en humanidad. Por eso que la pobreza carenciada es una herida mortal a la dignidad humana y una violación al primer Derecho Humano. Derecho a vivir en dignidad. La crisis económica no puede ser causa para olvidarse de personas carenciadass de trabajo, alimento, salud, vivienda ,de recreación o descanso, de encuentro con Dios. En simple humanidad cada Pueblo se ha de organizar desde los pobres. Este el proyecto Dios. Del Dios real y no del que a veces se crean los mismos cristianos…El Dios de Jesucristo es PADRE de Todos. Por eso los primeros convocados frente a la crisis económica social de la Argentina son los cristianos. Jesús clama: miren a sus pobres. A pobres carenciados, cristianos y no cristianos de sus parroquias. No se contenten con la participación en Misas y Grupos de Oración. Precisamente el encuentro real conmigo en Misas y Grupos de Oración los compromete a buscar vías de solución para todos los postrados en una vida falta de mínima dignidad humana. Yo Obispo de Jesucristo, compatriota y hermano de ustedes en la Fe Cristiana, les pido que los pudientes no se contenten con alguna ayuda y menos con simples lamentos. Porque una Fe en Dios que no abre el bolsillo no ha rozado el corazón. Porque todo “hombre es mi hermano”.

El compartir lo que se tiene es el distintivo de autenticidad cristiana. Por eso, San Agustín les sentenciaba a su feligresía satisfecha con celebraciones religiosas y faltante en el compartir fraterno. “No todos los que están son ni todos los que no están no son”. Les enrostraba su pecado social parafraseando la condena de Jesús a quienes rezan sin amor real solidario. Hay que orar para amar más.

(Aica)


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