sábado, 2 de agosto de 2014

Decálogo para una buena religiosidad popular


P. Francisco Javier Leoz Ventura

 delegado de Religiosidad Popular de la diócesis de Pamplona y Tudela

1.-Lo que se expresa por fuera ha de estar en consonancia con lo que se vive por dentro. No es puro altruismo y, mucho menos, un cumplir la tradición.

2.-Celebrar popularmente la vida cristiana (a la Virgen o a los Santos Patrones) implica echar una mirada a sus vidas. No podemos llevarlos sobre nuestros hombros y olvidar u obviar su mensaje cristiano. Eso sería puro sincretismo.

3.- Además de identidad cultural, que lo puede ser, la Religiosidad Popular está llamada a ser cauce de un encuentro personal con Dios, con Cristo, en el Espíritu, con María o con aquello que se celebra.

4.- La Religiosidad Popular es, entre otras cosas, consecuencia de la experiencia íntima y luego expresiva de la fe católica

5.-La Religiosidad Popular nunca puede establecer un paralelismo entre fe exteriorizada y liturgia. La expresión más rica y mejor formada de la Religiosidad Popular es precisamente cuando se enriquece y se nutre de la Eucaristía y del resto de los sacramentos.

6.-El nivel de autenticidad de la Religiosidad Popular viene delimitada (entre otros muchos) por tres aspectos: crecimiento en la fe personal, comunión con la Iglesia Universal y testimonio vivo ante un mundo descreído.

7.-La Religiosidad Popular ha de llevar necesariamente a una conversión personal y comunitaria. De nada sirve celebrar externamente una fiesta patronal si, a continuación, muchos de los actos que acontecen en esas fiestas patronales van en dirección contraria a lo que decimos profesar: blasfemias, suciedad, zafiedad, falta de respeto  u olvido de la dignidad humana.

8.-La Religiosidad Popular no se sostiene en sí misma. Es fruto del legado cristiano de muchos siglos. Es más; sin el sustrato cristiano muchas de sus expresiones se pueden convertir en fenómenos culturales, identitarios pero perdiendo su esencia: camino que conduce a Dios

9.-La Religiosidad Popular es patrimonio de toda la comunidad cristiana a la que, desde distintas sensibilidades, se unen otros hermanos que -por la belleza, la música, la tradición, la costumbre, etc- pueden re-encontrarse con la fe. Porque tiene luz propia es importante que nadie (especialmente los ámbitos políticos u otros grupos ideológicos incluso a nivel eclesial) capitalicen o hipotequen su futuro.

10-.Porque la Religiosidad Popular ha modelado y lo sigue haciendo el perfil cultural y religioso de nuestra tierra es necesario cuidarla desde tres dimensiones: la formación (saber por qué se celebra), la liturgia (saber para qué se celebra) y la caritativa (saber a qué nos compromete).

En la Religiosidad Popular no todo vale. Hoy, desde la Nueva Evangelización a la que nos convocan los últimos Papas, puede contribuir positivamente siempre y cuando preservemos en ella el aspecto religioso y sepamos quitar de ella todo aquello que la hace estéril, superficial, folclórica o incluso -a veces- ideológica.



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