El presbítero
argentino José María Di Paola, más conocido como “el padre Pepe”, participó el
"Meeting" convocado por el movimiento Comunión y Liberación en la
ciudad de Rímini, al norte de Italia, en el que se expresó sobre la fe, a
partir de la encíclica de Francisco Lumen Fidei, y la teología de la liberación
en la tarea pastoral que desarrollan los sacerdotes inmersos en las comunidades
más carenciadas.
El expárroco de
Virgen de Caacupé, en la Villa
21-24-Zabaleta, indicó en su exposición que Lumen Fidei profundiza el sentido
de la fe como encuentro, y sostuvo que eso mismo lo ha logrado experimentar a
través del trabajo realizado en los barrios marginados con la integración de
sus habitantes, la elevación de la calidad de vida y la dispensa de
sacramentos, antes demoradas por “motivos burocráticos”. También sostuvo que la
fe se ha transmitido como encuentro apoyando la devoción popular los vecinos inmigrantes.
El sacerdote recordó
que el cardenal Bergoglio visitaba "físicamente" las villas, y que de
esta forma, las periferias se transformaban en el centro de la ciudad. “Pudimos
comprobar que este fenómeno era un empeño de vida”, expresó ante un auditorio
de al menos 10.000 personas. "A los villeros no solamente les daba una
mirada privilegiada, sino que además hacía que los vecinos de la ciudad
pudieran ver la existencia de estas periferias”.
El sacerdote, ahora
incardinado en la diócesis de San Martín y con tarea pastoral en las villas
miserias de José León Suárez, relató la historia del equipo de Pastoral para
las Villas de Emergencia, y como luego de cuarenta años, encontraron en el
cardenal Bergoglio a quien veía como fundamental que los sacerdotes vivieran en
las periferias de la ciudad. “Y eso generó una experiencia transformadora”,
sentenció.
También se refirió a
cómo se vivió en las comunidades más humildes la elección del Santo Padre para
la cátedra de san Pedro. “Cuando conocimos la elección de Francisco, se
difundió la expresión «nuestro papa es villero». Esto para nosotros es
importante, para los sacerdotes de las zonas de emergencia es fundamental”,
aseveró.
El padre Pepe narró
la labor de llevar la "luz de la fe". Precisó que se trata de una
misión que aprovecha la religiosidad popular traída de los países limítrofes,
con una riqueza cultural notable que se opone al relativismo que se respira en
Buenos Aires. También afirmó que la entrada de la droga en estos barrios se
debe no a los pobladores, sino a la ausencia del Estado.
La teología de la
liberación
Al concluir su
exposición, consultado sobre la relación que tuvo con la teología de la
liberación, indicó que el desafío más relevante fue de prevención y
recuperación de los jóvenes, en una especie de “trabajo a lo Don Bosco”, y en
consecuencia, comprendió, junto con otros sacerdotes, que la fe del pueblo “es
transformadora y la única fuerza genuina”.
Por ello, indicó que
quienes dijeron que la religión es el opio de los pueblos, al ver hoy la
realidad de las villas, “deberían cambiar de opinión”. “El poder de
transformación hizo posible que estos barrios hoy tengan un progreso más grande
del que podíamos imaginar. Y esto nace de un empeño y no de una ideología que
separa y divide”, expresó.
“Nos sentimos
herederos -reconoció- de los sacerdotes que crearon estos grupos de religiosos
que operan en las villas y que eran parte de los sacerdotes del tercer mundo.
En la Argentina
tenemos dos personas muy importantes con quienes nos formamos en la teología
del pueblo: los padres Lucio Gera y Rafael Tello”. Si bien afirmó que de la
teología de la liberación tomaron el poner al pobre en un lugar privilegiado,
nunca insertaron “ningún análisis extraño fuera del Evangelio”.
"No era necesaria
para predicar el evangelio". Tras la alocución del padre Pepe, el
secretario de la
Pontificia Comisión para América Latina, Guzmán Carriquiry,
indicó que no hace falta una teología de liberación para asumir las actitudes
pastorales de acompañar a los más pobres. "¡No hace falta una teología de
la liberación para hacerlo!. Es suficiente el evangelio vivido, el abrazo de la
caridad, el testimonio conmovido de sí”, expresó.
El profesor uruguayo,
problablemente el laico con mayor autoridad en la jerarquía de la Iglesia , sostuvo que la Iglesia requiere
"liberar" la fe de "incrustaciones mundanas" para volverla
nuevamente atractiva. Y citando a un autor italiano, añadió: “Seguramente ya
sus predecesores han iniciado un progresivo desmantelamiento de la pesadez real
de la curia. Juan Pablo II prefería estar por las calles del mundo que en el
Vaticano. Y Benedicto XVI disparó rayos contra el carrerismo, el clericalismo,
la mundanidad, la división, las ambiciones de poder y la suciedad en la Iglesia. Ahora
Francisco realiza lo que su predecesor pidió tantas veces... y mucho más. Todo
esto es parte de la 'revolución evangélica' que marca un profundo cambio del
modo mismo de ser papa”.
Carriquiry insistió
en su intervención que es "diabólico" insistir en una discontinuidad
entre Benedicto XVI y Francisco. Y concluyó proponiendo que la encíclica Lumen
Fidei sea leída a la luz del pontificado del papa Francisco, de las
"perlas" de sus homilías cotidianas, de sus catequesis y del “salir
misionero" para compartir la luz de la fe ad gentes.
Aica, 21-8-13
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