del Catecismo de la Iglesia Católica,
«depósito de la fe»
(VaticanNews/InfoCatólica)
8-12-22
El «libro
naranja», como popularmente se le conoce en algunos sitios. «Exponer los
contenidos de la fe de manera conforme a la verdad bíblica, a la genuina
tradición de la Iglesia y, en particular, a las enseñanzas del Concilio
Vaticano II», haciendo, «el esfuerzo de poner de relieve lo que en el anuncio
cristiano es fundamental y esencial», «con el compromiso de volver a expresar,
en un lenguaje más acorde con las necesidades del mundo actual, la perenne
verdad católica». Así presentaba solemnemente San Juan Pablo II, el 7 de
diciembre de 1992, el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, que cumple ahora,
por tanto, 30 años.
La obra dirigida
por el entonces cardenal Ratzinger
Los trabajos
duraron seis años y fueron realizados por una Comisión de doce cardenales y
obispos y un Comité de Redacción de siete obispos diocesanos expertos en
teología y catequesis, dirigidos por el entonces Prefecto para la Congregación
de la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. Los prelados redactaron así, en
consulta con obispos, teólogos y exegetas de todo el mundo, lo que hoy es el
texto de referencia para la transmisión de la fe católica, dividido en tres partes:
«La profesión de fe», «La celebración del misterio cristiano», «La vida en
Cristo» y «La oración cristiana». «Un don veraz», «profundamente enraizado en
el pasado» de la Sagrada Escritura y de la tradición apostólica, dijo San Juan
Pablo II, pero también «orientado hacia el futuro» y para todos, «porque
interpela al Señor de todo, Jesucristo».
El proceso de
publicación
La idea de
establecer un «punto de referencia» para el anuncio catequético nació en 1985,
a petición de los Padres sinodales recibidos por el Papa con motivo del
vigésimo aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II. Al año
siguiente, en 1986, se iniciaron los trabajos del Comité y de la Comisión, con
el texto aprobado por san Juan Pablo II el 25 de junio de 1992, promulgado en la
constitución Fidei depositum del 11 de octubre siguiente y publicado
definitivamente en la carta apostólica Laetamur Magnopere el 15 de agosto de
1992.
La fe como
respuesta significativa a la experiencia humana
Veinticinco años
después de la Fidei depositum, el 11 de octubre de 2017, el Papa Francisco
recordó la importancia del Catecismo, fruto del Concilio y de la voluntad de
Juan XXIII por su capacidad de «presentar en un lenguaje renovado la belleza de
su fe en Jesucristo». «Un instrumento importante no sólo porque presenta a los
creyentes la enseñanza de todos los tiempos para que puedan crecer en la
comprensión de la fe, sino también y sobre todo porque pretende acercar a
nuestros contemporáneos, con sus nuevos y diferentes problemas, a la Iglesia, comprometida
en presentar la fe como la respuesta significativa para la existencia humana en
este momento histórico concreto».
30 años después en
pleno cuestionamiento por los de siempre
Como ocurrió en
los primeros días del postconcilio, numerosos puntos del Catecismo referentes a
la fe y la moral siguen cuestionados e ignorados por representantes de la
teología progresista, especialmente en el ámbito jesuita y germano, que es uno
de los grandes vectores que ha provocado la actual secularización y desfiguración
de las enseñanzas de la Iglesia.
No se deja títere
con cabeza, la existencia del Infierno o del Demonio, los Sacramentos o,
especialmente, los puntos del catecismo referentes a la homosexualidad, que en
la actualidad parece que son el próximo caballo de batalla a batir.
El bodevil del
Camino sinodal alemán o de las propuestas sinodales de alguna conferencia
episcopal ponen de manifiesto la animadversión a que haya un depósito de la fe
fijado.
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