“Guardemos en nuestro
corazón las maravillas vistas y oídas en el nacimiento para el mundo del Hijo
de Dios”
En la primera lectura
proclamada (Núm. 6, 22.27) se hace referencia a la bendición que los sacerdotes
de Israel, por mandato divino, debían impartir al pueblo en ocasiones
importantes de la vida de la comunidad, especialmente al comienzo del año, para
significar que Dios está siempre cerca de su pueblo elegido y, que a pesar de
las infidelidades, Él siempre sigue fiel a las promesas de salvación. Esta
bendición implica, pues, la cercanía de Dios que protege y bendice a todos para que el don de la paz que
entrega, nos acompañe a lo largo del año iniciado. Esta bendición supone que
son tantos los beneficios otorgados, que como pueblo elegido respondamos siempre con fidelidad transitando el camino
del bien.
Por cierto que la
bendición más plena recibida en el pasado y en la actualidad, es la presencia
del Hijo de Dios hecho hombre entre nosotros.
Al respecto, el
apóstol san Pablo anuncia (Gál. 4, 4-7) que “cuando se cumplió el tiempo
establecido, Dios envió a su Hijo,
nacido de una mujer”, afirmación ésta que será el fundamento de la definición
dogmática del concilio de Éfeso por la que se proclama la maternidad divina de
María, -fiesta que celebramos con gozo en este primer día del año-, y por ello,
Madre de la Iglesia
como lo recuerda el concilio Vaticano II.
Es decir, quien es
Madre de la Cabeza ,
Cristo, lo es también del Cuerpo Místico que es la Iglesia , de la cual
formamos parte todos los bautizados, desde que Jesús desde la cruz dijera a su
Madre en referencia al apóstol Juan, “He ahí a tu hijo”.
La maternidad divina
de la Virgen Santa
y el nacimiento de su Hijo entre nosotros, hace posible la reconciliación de la
humanidad toda con el Creador, a quien podemos llamar desde la redención
obtenida por su Hijo, “Abbá”, es decir Padre.¡Qué grandeza la nuestra la de ser
hijos del Padre!
El Padre, también por
medio del Ángel, nos anuncia la entrada de su Hijo hecho hombre en el mundo,
para que actualicemos la actitud de los pastores que van al lugar que les había
indicado el Ángel del Señor para encontrarse con la Sagrada Familia
(Lc. 2,16-21).
Al contemplarlo, no pueden silenciar lo que han
escuchado sobre el Niño, produciendo una gran admiración entre los oyentes por
el cumplimiento de las promesas mesiánicas anunciadas por los profetas, de
manera que también “María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón”.
Ella no
solamente cuidó en su seno a la Palabra hecha carne, sino
que guarda también las maravillas que de su Hijo se proclaman con gozo.
También nosotros en
el hoy de la salvación, hemos de proclamar lo que hemos escuchado del Mesías
nacido entre nosotros, y apreciar que la actitud de María nos interpela también
para que prolonguemos en el tiempo el gesto de conservar en el corazón esta
experiencia de la llegada del Salvador, meditando sobre los innumerables dones
que Dios nos ha querido dar como sus elegidos, a través de su Hijo.
Este es el momento
para hacer un balance del año que concluyó y preguntarnos si hemos sido
consecuentes en nuestra vida cotidiana con todas las maravillas que sobre Jesús
hemos escuchado y todo lo que Él nos transmite permanentemente.
Pensar si hemos
valorado sus dones y si hemos respondido con la entrega de nuestras vidas,
aprovechar para pedir perdón por todas nuestras infidelidades, y pedir, ya que
contamos con la bendición de Dios desde este primer día del año, el que sepamos
recibir durante todo el año 2014 las gracias que se nos reserva a cada uno de
nosotros, para crecer cada vez más como hijos de Dios en el Hijo redentor.
Como Cristo se
entregó totalmente por nosotros desde su nacimiento hasta su muerte en Cruz,
también nosotros hemos de entregarnos al amor ofrecido, con nuestro corazón y
la vida toda, haciendo partícipes también a otros del mensaje salvador que se
nos ha confiado, como lo hicieron los
pastores que alabaron y glorificaron a Dios “por todo lo que habían visto y
oído, conforme al anuncio que habían recibido”.
Guardemos en nuestro corazón
las maravillas vistas y oídas en el nacimiento para el mundo del Hijo de Dios,
meditemos y transmitamos al mundo sin desfallecer el gozo de haber sido
salvados.
Padre Ricardo B.
Mazza.
Párroco de la
parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz , Argentina.
Homilía en la Solemnidad
de Santa María, Madre de Dios. 01 de enero
de 2014
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