“Quienes ponen en
duda la santidad de Karol Wojtyla no saben lo que dicen”
Por INFOVATICANA |
25 noviembre, 2020
Entrevista al ex presidente de la Conferencia
Episcopal Italiana (CEI)
El New York Times
escribe que Juan Pablo II ha sido canonizado demasiado pronto; el National
Catholic Reporter invita a suprimir su culto en Estados Unidos. En lugar de
dirigir la mirada a Theodore McCarrick, el Informe a él dedicado y que
contienen en 477 páginas todas las fechorías cometidas por el ex arzobispo de
Washington, los observadores la han dirigido rápidamente hacia Karol Wojtyla,
buscando su nombre en el imponente documento publicado hace unos días por el
Vaticano. Juan Pablo II, ¿sabía o no sabía quién era en realidad McCarrick? Y
si lo sabía, ¿por qué lo promovió a la sede de Washington nombrándole incluso
cardenal?
El cardenal
Camillo Ruini ha sido durante dos decenios estrecho colaborador del pontífice
polaco, vicario de Roma y presidente de la CEI. Le preguntamos que comente todo
lo que se está escribiendo y diciendo sobre Karol Wojtyla.
Empecemos por lo
que escribe el New York Times: efectivamente, el proceso de beatificación y
canonización de Juan Pablo II inició inmediatamente después de su fallecimiento
en 2005, sin esperar los cinco años prescritos. ¿Por qué se procedió así?
*Todos recordamos
la noche de la muerte de Juan Pablo II, la enorme multitud congregada, la
conmoción, el grito “santo subito” [“santo enseguida”]. Después, la gigantesca
participación del pueblo que culminó con el funeral en el que asistieron
también muchos jefes de Estado: fue un apogeo de la Iglesia católica, en el
cual es difícil no ver la mano de Dios. El cardenal Tomko tomó la iniciativa de
recoger las firmas de los cardenales que quería pedir al futuro papa la
dispensa de esperar cinco años: firmaron más de ochenta. Tomko me entregó a mí,
como cardenal vicario, la petición. Se la entregué a Benedicto XVI en la
primera audiencia que tuve con él y estuvo de acuerdo inmediatamente. Por lo
demás, el proceso de beatificación y, luego, el de canonización, se
desarrollaron con total regularidad, respetando todas las normas. La rapidez
con la que se llegó a la canonización depende, en gran medida, del hecho que,
tanto para la beatificación como para la canonización, no se tuvo que esperar
ni siquiera un día para tener a disposición los milagros exigidos por las
normas. ¡Y qué milagros! Así, el 1 de mayo de 2011 Juan Pablo II fue proclamado
beato por Benedicto XVI y el 27 de abril de 2014 santo, junto a Juan XXIII, por
el papa Francisco. El culto a san Juan Pablo II está más vivo y difundido que
nunca, como demuestran los peregrinos que van a rezar a su tumba.
¿Qué siente que
tiene que decir cuando se pone en duda la “santidad” de Juan Pablo II?
*Al haber estado
durante casi viene años en estrecho contacto con Juan Pablo II, he madurado
progresivamente la convicción de haber estado con un gran santo, además de un
gran hombre. Desde el principio me asombró la intensidad de su oración: se
sumía en ella rápida y totalmente, en cuando las circunstancias se lo
permitían, y nada de lo que sucedía a su alrededor lo distraía. Me asombraba su
extraordinaria capacidad de perdonar: me pasaba a menudo tener que indicarle
oposiciones, también muy duras, a su pontificado, e incluso a su persona. La
reacción del papa era, ante todo, comprender y, de alguna manera, justificar
estas oposiciones; nunca era la de vengarse. Juan Pablo II era una persona
totalmente desapegada de los bienes terrenales; alguna buena persona le
proporcionaba lo que necesitaba a nivel personal. En cambio, se entregaba
totalmente a ayudar a los pobres, empezando por los “pueblos del hambre”, como
los del Sahel. Quienes cuestionan su santidad están cegados por los prejuicios
y no saben lo que dicen. Lamento, sobre todo, cuando los que toman estas
posiciones son católicos.
Sin embargo,
leyendo el Informe McCarrick, se puede comprender a quienes evidencian una
cierta superficialidad por parte de Wojtyla. Muchos sostienen que esta
superficialidad era el modus operandi respecto al gobierno de la curia y los
nombramientos episcopales. Por el Informe parece que era un papa que delegaba
demasiado en sus colaboradores.
*Juan Pablo II
elegía con atención a sus más estrechos colaboradores y confiaba mucho en
ellos; no era para nada un centralizador. En su opinión, centralizar era el
modo más seguro para equivocarse y descuidar lo esencial. Al mismo tiempo,
tenía un elevadísimo sentido de la responsabilidad y de su misión, comprendía plenamente
la dimensión del gobierno. Cuando se trataba de decisiones importantes, como
son ciertamente los nombramientos de los obispos, sobre todo de las grandes
sedes, solía tomarse un tiempo antes de decidir, tiempo que dedicaba a la
oración y la reflexión. No entro en la cuestión del nombramiento de McCarrick
porque lo desconozco y no tomé parte en él, dado que excedía mis deberes, que
concernían a la diócesis de Roma y la Iglesia italiana. Puedo, sin embargo,
decir, que acusar a Juan Pablo II de superficialidad es falso y profundamente
injusto: nada, en su modo de ser y actuar, era superficial.
Entre los
colaboradores, en el centro de las polémicas, está el cardenal Stanislaw
Dziwisz, que fue secretario particular de Juan Pablo II. No son pocos los que
sostienen que él sería el responsable de muchas de las decisiones tomadas por
Juan Pablo II, empezando precisamente por la decisión de enviar a McCarrick a
Washington. ¿Qué influencia tenía mons. Dziwisz sobre el pontífice polaco?
*El cardenal
Dziwisz, entonces don Estanislao para todos nosotros, estrechos colaboradores
del papa, es un sacerdote de verdad, dedicado hasta el fondo a su ministerio.
Siempre fue fiel a Juan Pablo II. El papa se fiaba mucho de él porque lo
consideraba, con razón, una ayuda valiosa y siempre leal. Recuerdo, sin
embargo, un episodio que sucedió en enero de 2005, en el que el papa contradijo
con mucha energía a don Estanislao. Lo cito para dejar claro que la influencia
de don Estanislao, incluso en el último periodo del pontificado, no era tal
como para subvertir los papeles: quien decidía era el papa. Y don Estanislao
mismo no habría querido que no fuera así.
Pero ¿es creíble
la tesis según la cual Juan Pablo II se habría sentido intimidado por la
exuberancia y el poder de McCarrick?
*Pensar que
McCarrick, o personas incluso más importantes que él, pudieran intimidar a Juan
Pablo II es absolutamente ridículo. La frase de inicio de su pontificado ha
pasado a la posteridad: “No temáis” y personalmente Juan Pablo II no tenía
miedo de nadie en la tierra. Pude constatar en muchas ocasiones que el valor,
tanto físico como moral, era en él algo natural. No tener miedo y no hacerse
intimidar caminaban codo con codo con una gran atención y un gran respeto hacia
cada persona, incluidas las más humildes, y con mayor razón hacia los obispos:
por esto, Juan Pablo II era muy prudente en aceptar las acusaciones contra las
personas.
Usted (no es el
único) siempre ha dicho que Juan Pablo II era un hombre capaz de estar recogido
durante horas en oración. Pregunto: ¿es posible que no ponderase bien sus
decisiones?
*Esta pregunta me
da la posibilidad de volver a un aspecto al que ya he aludido, profundizándolo.
En sus decisiones, este papa se ponía ante Dios y las tomaba, no solo en
conciencia, sino también ante Dios. Todo esto no significa que no pudiera
equivocarse. Sin embargo, excluye que fuera una decisión poco responsable y
superficial. He tenido la suerte de estar durante muchos años cerca de Juan
Pablo II y me daba cuenta, cada vez más, que él vivía y actuaba manteniéndose
unido al Señor.
¿Qué responde a
quienes sostienen que hubiera sido preferible esperar algunos decenios antes de
tomar en consideración la canonización de un pontífice? Después de todo,
durante siglos no ha habido ningún papa entre los santos…
*Es verdad que a
partir de Pío X gran parte de los pontífices han sido canonizados, mientras que
antes, durante muchos siglos, esto sucedía raramente: uno de los motivos es que
muchos papas distaban mucho de ser ejemplares. También es verdad que desde el
principio y hasta el siglo VIII, casi todos los papas son santos, como se puede
verificar en el Anuario pontificio. Entre los pontífices canonizados
recientemente, el único que llegó a ser santo en solo nueve años ha sido Juan
Pablo II, por los motivos mencionados antes. Para el resto se han necesitados
decenios, como hoy desean algunas personas. Mi opinión personal es que los
papas, en lo que atañe a la santidad, deben ser considerados, en la medida de
lo posible, como cualquier otro miembro de la Iglesia, sin vías preferenciales
y sin penalizaciones.
Publicado por
Mateo Matzuzzi en Il Foglio.
Traducido por
Verbum Caro para InfoVaticana.
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