E Supremi Apostolatu
San Pío X
4-10-1903
(...)
¿A quién se
le oculta, Venerables Hermanos, ahora que los hombres se rigen sobre todo por
la razón y la libertad, que la enseñanza de la religión es el camino más
importante para replantar el reino de Dios en las almas de los hombres?
¡Cuántos son los que odian a Cristo, los que aborrecen a la Iglesia y al
Evangelio por ignorancia más que por maldad! De ellos podría decirse con razón:
Blasfeman de todo lo que desconocen. Y este
hecho se da no sólo entre el pueblo o en la gente sin formación que, por eso,
es arrastrada fácilmente al error, sino también en las clases más cultas, e
incluso en quienes sobresalen en otros campos por su erudición. Precisamente de
aquí procede la falta de fe de muchos. Pues no hay que atribuir la falta de fe
a los progresos de la ciencia, sino más bien a la falta de ciencia; de manera
que donde mayor es la ignorancia, más evidente es la falta de fe. Por eso
Cristo mandó a los Apóstoles: Id y enseñad a todas las gentes.
Y ahora, para
que el trabajo y los desvelos de la enseñanza produzcan los esperados frutos y
en todos se forme Cristo, quede bien grabado en la memoria, Venerables
Hermanos, que nada es más eficaz que la caridad. Pues el Señor no está en la
agitación. Es un error esperar atraer las almas a Dios con un celo amargo: es
más, increpar con acritud los errores, reprender con vehemencia los vicios, a
veces es más dañoso que útil. Ciertamente el Apóstol exhortaba a Timoteo:
Arguye, exige, increpa, pero añadía, con toda paciencia.
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