sábado, 27 de abril de 2013

Herejía pelagiana está en la base de las ideologías

Se asombraba Proudon de que detrás de todo problema político, siempre se encuentra una cuestión teológica. Pues bien, en un reciente libro: "Los enemigos íntimos de la democracia", del autor búlgaro Todorov, se muestra la ilación entre las ideologías modernas y la antigua herejía pelagiana.
Recordemos que en el siglo IV hubo una polémica teológica entre Pelagio y San Agustín.

Pelagio sostenía que Dios gozó de libertad amplia que le permitió crear el mundo y crear al hombre. Si Dios creó al hombre a su semejanza, también el hombre dispone de libre voluntad.
Se fundamentaba en un pasaje del Eclesiástico (15. 14): Dios creó al hombre y lo dejó librado a su propio albedrío.
-El pecado no es innato, sino adquirido (no existe el pecado original).
-El origen del pecado no está en la naturaleza del hombre, sino en su voluntad.
-El hombre se salva a sí mismo. No es necesaria la gracia.

San Agustín consideraba que nunca somos del todo libres. El pecado original señala una debilidad propia de todo hombre, que hereda al nacer.
Lo que nos salva es la obediencia a los mandamientos; nos pierde la aspiración a una mayor autonomía.
La fuerza procede de la fe, no de la voluntad o la razón.

La herejía pelagiana fue condenada por el Concilio de Éfeso, en el 431.

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