Una aclaración sobre el
significado de la "fidelidad al Papa"
Autor: Raimond
BURKE/Athanasius SCHNEIDER, obispos católicos
Ninguna persona honesta
puede negar la confusión doctrinal casi general que reina en la vida de la
Iglesia en nuestros días. Esto se debe particularmente a las ambigüedades con
respecto a la indisolubilidad del matrimonio, que se relativiza mediante la
práctica de la admisión de personas que conviven en uniones irregulares a la
Sagrada Comunión, debido a la creciente aprobación de los actos homosexuales,
que son intrínsecamente contrarios a la naturaleza y contrarios a la voluntad
revelada de Dios, debido a errores con respecto a la singularidad de Nuestro
Señor Jesucristo y Su obra redentora, que se relativiza a través de afirmaciones
erróneas sobre la diversidad de las religiones, y especialmente debido al
reconocimiento de diversas formas de paganismo y su practicas rituales a través
del Instrumentum Laboris para la próxima Asamblea Especial del Sínodo de los
Obispos para la región Panamazónica.
Ante esta realidad, nuestra
conciencia no nos permite callar. Nosotros, como hermanos en el Colegio de los
Obispos, hablamos con respeto y amor, para que el Santo Padre rechace
inequívocamente los evidentes errores doctrinales del Instrumentum Laboris para
la próxima Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región
Panamazónica y no consienta a la abolición práctica del celibato sacerdotal en
la Iglesia latina a través de la aprobación de la ordenación de los llamados
«viri probati«.
Con nuestra intervención,
nosotros, como pastores del rebaño, expresamos nuestro gran amor por las almas,
por la persona del mismo Papa Francisco y por el don divino del oficio Petrino.
Si no hiciéramos esto, cometeríamos un gran pecado de omisión y de egoísmo.
Porque
si estuviéramos en silencio, tendríamos una vida más tranquila, y tal vez
incluso recibiríamos honores y reconocimientos. Sin embargo, si estuviéramos en
silencio, violaríamos nuestra conciencia. En este contexto, pensamos en las
conocidas palabras del futuro santo Cardenal John Henry Newman (que será
canonizado el 13 de octubre de 2019): «Brindaré al Papa – si asì Usted lo desea
– primero a la Conciencia y al Papa después «. (Carta dirigida al duque de
Norfolk en ocasión del reciente reproche del Sr. Gladstone).
Pensamos en estas palabras
memorables y pertinentes de Melchior Cano, uno de los obispos más sabios
durante el Concilio de Trento: «Pedro no
necesita nuestra adulación. Aquellos que defienden ciega e indiscriminadamente
cada decisión del Sumo Pontífice son los que menoscaban la autoridad de la
Santa Sede: destruyen, en lugar de fortalecer sus cimientos”.
En los últimos tiempos, se
ha creado una atmósfera de infalibilización casi total de las declaraciones del
Romano Pontífice, es decir, de cada palabra del Papa, de cada pronunciamiento y
de los documentos meramente pastorales de la Santa Sede. En la práctica, ya no
se observa la regla tradicional de distinguir los diferentes niveles de los
pronunciamientos del Papa y de sus oficios con sus notas teológicas y con la
correspondiente obligación de adhesión de los fieles.
A
pesar del hecho de que el diálogo y los debates teológicos fueron alentados y
promovidos en la vida de la Iglesia durante las últimas décadas después del
Concilio Vaticano II, en nuestros días, parece que ya no hay posibilidad de un
debate intelectual y teológico honesto y de la expresión de dudas sobre
afirmaciones y prácticas que ofuscan y perjudican gravemente la integridad del
Depósito de la Fe y de la Tradición Apostólica. Tal situación lleva al
desprecio por la razón y, por lo tanto, por la verdad.
Quienes critican nuestras
expresiones de preocupación emplean sustancialmente solo argumentos
sentimentales o argumentos del poder. Aparentemente no quieren entablar una
discusión teológica seria sobre el tema. A este respecto, parece que a menudo
la razón simplemente es ignorada y se suprime el razonamiento.
Una expresión sincera y
respetuosa de preocupación con respecto a asuntos de gran importancia teológica
y pastoral en la vida de la Iglesia de hoy, dirigida también al Sumo Pontífice,
es inmediatamente silenciada y arrojada a la luz negativa con reproches
difamatorios de «sembrar dudas», de ser «contra el Papa», o incluso de ser
«cismático».
La Palabra de Dios nos
enseña, a través de los Apóstoles, a ser certeros, firmes e inquebrantables con
respecto a las verdades universales e inmutables de nuestra fe y a mantener y
proteger la fe ante los errores, como San Pedro, el primer Papa, escribió:
«Estad en guardia para que no os arrastre el error de esa gente sin principios
ni decaiga vuestra firmeza» (2 Pd. 3, 17). San Pablo también escribió: “Ya no
seamos niños sacudidos por las olas y llevados a la deriva por todo viento de
doctrina, en la falacia de los hombres, que con astucia conduce al error; sino
que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él,
que es la cabeza: Cristo” (Ef. 4,
14-15).
Hay que tener en cuenta el
hecho de que el apóstol Pablo reprochó públicamente al primer papa en Antioquía
en una cuestión de menor gravedad, en comparación con los errores que en
nuestros días se extienden en la vida de la Iglesia. San Pablo advirtió
públicamente al primer Papa debido a su comportamiento hipócrita y al
consiguiente peligro de cuestionar la verdad que dice que las prescripciones de
la ley mosaica ya no son vinculantes para los cristianos.
¿Cómo reaccionaría hoy el
apóstol Pablo si leyera la oración del documento de Abu Dhabi que dice que Dios
quiere en su sabiduría igualmente la diversidad de sexos, naciones y religiones
(entre las cuales hay religiones que practican la idolatría y blasfeman a
Jesucristo)!? Tal afirmación produce, de hecho, una relativización de la
unicidad de Jesucristo y de su obra redentora! ¿Qué dirían San Pablo, San
Atanasio y las otras grandes figuras del cristianismo al leer una frase así y
los errores expresados en el Instrumentum Laboris para la próxima Asamblea
Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica? Es imposible
pensar que estas figuras permanecerían en silencio, o se dejarían intimidar con
reproches y acusaciones de hablar «contra el Papa».
Cuando
el papa Honorio I en el siglo VII mostró una actitud ambigua y peligrosa con
respecto a la propagación de la herejía del monotelitismo, que negaba que
Cristo tuviera una voluntad humana, San Sofronio, patriarca de Jerusalén, envió
un obispo de Palestina a Roma, pidiéndole hablar, rezar y no guardar silencio
hasta que el Papa condenase la herejía. Si San Sofronio viviera hoy,
ciertamente sería acusado de hablar «en contra del Papa».
La afirmación sobre la
diversidad de religiones en el documento de Abu Dhabi y especialmente los
errores en el Instrumentum Laboris para la próxima Asamblea Especial del Sínodo
de los Obispos para la región Panamazónica contribuyen a una traición de la
incomparable singularidad de la Persona de Jesucristo y de la integridad de la
fe católica. Y esto ocurre ante los ojos de toda la Iglesia y del mundo. Una
situación similar existió en el siglo IV, cuando con el silencio de casi todo
el episcopado, la consustancialidad del Hijo de Dios fue traicionada en favor
de afirmaciones doctrinales ambiguas del semi-arrianismo, una traición en la
que incluso el Papa Liberio participó por un corto período de tiempo. San
Atanasio nunca se cansó de denunciar públicamente tal ambigüedad. El papa
Liberio lo excomulgó en el año 357 «pro bono pacis«, es decir, “por el bien de
la paz», para tener paz con el emperador Constancio y los obispos semi-arrianos
del Este. San Hilario de Poitiers informó este hecho y reprendió al Papa
Liberio por su actitud ambigua. Es significativo que el Papa Liberio, a
diferencia de todos sus predecesores, fue el primer papa cuyo nombre no se incluyó
en el Martirologio Romano.
Nuestra declaración pública
corresponde con las siguientes palabras de Nuestro Santo Padre, el Papa
Francisco: “Una condición general de base es esta: hablar claro. Que nadie
diga: «Esto no se puede decir; pensará de mí así o así…». Se necesita decir
todo lo que se siente con parresía. Después del último Consistorio (febrero de
2014), en el que se habló de la familia, un cardenal me escribió diciendo:
lástima que algunos cardenales no tuvieron la valentía de decir algunas cosas
por respeto al Papa, considerando quizás que el Papa pensara algo diverso. Esto
no está bien, esto no es sinodalidad, porque es necesario decir todo lo que en
el Señor se siente el deber de decir: sin respeto humano, sin timidez» (Saludo
a los padres sinodales durante la Primera Congregación General de Tercera
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, 6 de octubre de
2014).
Afirmamos en presencia de
Dios quién nos juzgará: somos verdaderos amigos del Papa Francisco. Tenemos una
estima sobrenatural de su persona y del supremo oficio pastoral del Sucesor de
Pedro. Oramos mucho por el Papa Francisco y alentamos a los fieles a hacer lo
mismo. Con la gracia de Dios, estamos listos para dar nuestras vidas por la
verdad de la fe católica sobre la primacía de San Pedro y sus sucesores, si los
perseguidores de la Iglesia nos pidieran que negáramos esta verdad. Vemos los
grandes ejemplos de fidelidad a la verdad católica de la primacía Petrina, como
San Juan Fisher, obispo y cardenal de la Iglesia, y Santo Tomás Moro, un laico,
y muchos otros santos y confesores, y nosotros invocamos su intercesión.
Cuanto más fieles laicos,
sacerdotes y obispos se aferran y defienden la integridad del depósito de la
fe, más, de hecho, apoyan al Papa en su ministerio Petrino. Porque el Papa es
el primero en la Iglesia a quien se aplica esta advertencia de la Sagrada
Escritura:
“Mantén la forma de las
palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento
en Cristo Jesús. Vela por el buen depósito que se te ha confiado con la ayuda
del Espíritu Santo que habita en nosotros” (2 Tim. 1, 13-14).
24
de septiembre de 2019.
Fiesta
de Nuestra Señora de la Merced
Raymond Leo Cardenal Burke
Obispo Athanasius Schneider
Me tranquilizan y alientan voces tan autorizadas y cabales en estos momentos de niebla
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