Fray Hernán
Jiménez OP
Santo Domingo ha
promovido y divulgado la oración del Rosario, como alabanza a la Santísima
Virgen María. Rezar el Rosario es una invitación a reflexionar sobre los
misterios de Cristo, en compañía de la Virgen, que está asociada de manera
especial a la Encarnación, Pasión y Resurrección de su Hijo. Santo Domingo, que
era un hombre de elevada oración, dedicó mucho tiempo a su encuentro personal
con Jesús y estudió su persona con gran dedicación. Estaba dotado de una
exquisita sensibilidad espiritual, que no pasó desapercibido por sus hermanos.
De hecho, fueron los que mantuvieron sus "Modos de orar".
Según una leyenda, la
misma Señora enseñó a santo Domingo a rezar el Rosario, que es una oración muy
poderosa para vencer a los enemigos de la fe. Gracias a esta oración muchos
pecadores se han convertido y aún hoy se convierten a la fe católica y la
recitan para interceder y obtener muchas gracias.
Santo Domingo nos
recuerda que en el corazón de la Iglesia debe arder el fuego misionero que
empuja incesamente a transmitir el Evangelio donde se necesite: Cristo es el
bien más preciado y valioso, que cada hombre y mujer de todo tiempo tiene
derecho a conocer y amar. En la iconografía, a santo Domingo se le asocian
varios símbolos, entre ellos el Santo Rosario, que fue una gran ayuda en su
predicación.
A la Virgen le agrada la oración del Rosario, porque es la oración
de los sencillos, de los humildes, y que puede ser rezada por todos. Se puede
rezar en cualquier lugar y a cualquier hora. Es un honrar a Dios y a la Virgen.
Ella lo ha hecho ver cada vez que se ha aparecido: en Fátima, en Lourdes.
Especialmente en Fátima se identificó con el título de "Señora del
Rosario". En cada aparición, recomienda esta oración a sus hijos para
alabar, agradecer y pedir apoyo y gracia a Jesús.
Fue el papa Pío V
quien instituyó la fiesta de Nuestra Señora del Rosario después de la batalla
de Lepanto. Se dice que el papa estaba en Roma rezando el Rosario para obtener
la victoria sobre el ejército turco, cuando salió de la capilla y, guiado por
una inspiración, anunció la victoria por parte de la armada cristiana e
instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias, añadiendo a las
letanías el título de "Auxilio de los cristianos". A lo largo de los
siglos, los papas han recomendado el rezo del Rosario y lo han enriquecido con
muchas indulgencias. Los últimos papas han subrayado la importancia de esta
devoción, especialmente el Rosario en familia, porque es una manera práctica
para fortalecer la unidad familiar.
Santo Domingo había
encontrado en esta devoción un arma para evangelizar a los hombres de aquel
tiempo. Había descubierto el medio por el cual orar, meditar y contemplar. De
hecho, recitando esta oración, alababa a Jesús a través y en unión con su Santa
Madre María. Meditando sobre los misterios y la vida de Jesús y reflexionando
sobre estos hechos podía llegar a la contemplación de la Única Verdad:
Jesucristo. Podemos decir que nos muestra el camino por el cual llegamos a la
unión con Jesús y con Dios, nuestro Padre amoroso. Desde el comienzo de la vida
dominica, la oración y la contemplación fueron un elemento integrante e
indispensable de la vida de los frailes.
En referencia a esto,
el papa Benedicto XVI en una de sus audiencias generales, lo expresó así:
"El lema de los frailes predicadores --contemplata aliis tradere--, nos
ayuda a descubrir un anhelo pastoral en el estudio contemplativo de esta
verdad, por la necesidad de comunicar a los demás el fruto de su propia
contemplación. Y es el mismo santo Domingo, con su santidad, quien nos indica
dos medios indispensables para que la acción apostólica sea eficaz. En primer
lugar, la devoción mariana, que él cultivó con ternura y dejó como preciosa
herencia a sus hijos espirituales, los cuales en la historia de la Iglesia han
tenido el gran mérito de difundir el rezo del Rosario, tan querida por el
pueblo cristiano y tan rica de valores evangélicos, una verdadera escuela de fe
y piedad". El segundo medio, según él, es la vida monástica: granos vivos
del Rosario son las monjas de clausura que, viviendo 24 horas en oración,
aparecen como pétalos de rosas del Ave María.
Terminando esta
meditación invito a todos a asumir la responsabilidad sobre la devoción al rezo
del Santo Rosario, acogiendo la exhortación del papa: "Queridos hermanos y
hermanas, la vida de Santo Domingo de Guzmán, nos insta a ser fervientes en la
oración, valientes en la vivencia de la fe, profundamente enamorados de
Jesucristo" (Audiencia general, 3 de febrero 2010).
ROMA, jueves 31 mayo
(ZENIT.org).-
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